viernes, diciembre 30, 2005

30 de diciembre de 2005

Atrapado en mi pueblo poblano no puedo hacer otra cosa más divertida que venir al cibercafé de la plaza mayor y luego a mi bar de todas las confianzas.

Hace un rato una señora me reconoció y me detuvo a una calle de mi casa. Sin bajarse de su coche me preguntó, "¿eres Manolo?", a lo que dije, "sí". Acto seguido soltó la pregunta del millón: ¿por motivo de quién había visto el listón negro sobre mi zaguán? Sin pensarlo solté toda la historia, desde los antecedentes de la hospitalización hasta el desenlace y lo que actualmente sucede. Como veía que no paraba, es más, intensificaba mi relato, mi interlocutora comenzó a mostrar signos de desesperación. Querías una historia, ¿no?, bueno, aquí la tienes, pensé. Y no paré hasta que casi me arrebató la palabra. Me exalté tanto que en una pausa me percaté que estaba dando pequeños golpecitos con mi índice derecho sobre su puerta de manera repetitiva.

La verdad, todo ha sido consecuencia de los sentimientos encontrados que me provoca volver a este lugar en el que pasé mis primeros 17 años de existencia: odio y amor, pertenencia y desprecio. Su pregunta sólo fue el fósforo que hizo que todo se incendiara y tuviera un canal.

Ahora me dirijo al bar que más me gusta. Tiene un nombre que jamás me ha convencido del todo (Colorines), pero cuyo servicio e historia son totalmente suficientes para borrar ese pequeño detalle. Sobre su barra han pasado innumerables cosas en solitario y con mis colegas de toda la vida. Ha visto encuentros y desencuentros, intensísimas pláticas sobre la vida, el futuro y el progreso, peleas reprimidas, lágrimas por mujeres que se fueron, euforia por las mujeres que llegaron, reconciliaciones y solidificación de vínculos de amistad para toda la vida. Todo bajo la mirada impertérrita de Fermín, nuestro camarero de cabecera, el cual, como suele suceder en estos casos, no toma nada (salvo su complemento alimenticio de semen de ballena, je) y al auspicio de un tarro o un vaso pletórico de algo.

Veo el almanaque y distingo la antesala de la fecha crucial: 30 de diciembre de 2005. Recuerdo un capítulo del libro Generación X de Coupland que se titulaba "31 de diciembre de 1999". La supuesta última noche del planeta. Ja. Ahora la recuerdo y pienso que todo fue una mala jugarreta de los medios: ni se acabó el mundo ni vino el tremendo Y2K ni se colapsó la humanidad. Simplemente fue una noche más de borrachera y resaca simultánea. El clásico conteo del diez al cero con las uvas atascando las bocas y las gargantas de los mortales. El preludio del concierto de balas lanzadas desde la más inverosímil colección de armas de fuego cobijadas por la noche. El último reducto que encuentran los adolescentes para decir papá, luego vengo, voy a con mis amigos al antro porque aquí apesta.

Hoy, casi después de seis años de esa fecha apocalíptica aquí seguimos muchos. Por ejemplo, estamos ustedes y nosotros a través de este vínculo virtual. Yo aquí en este pueblo atrasado de la Sierra Norte de Puebla, escribiendo en este ordenador y a punto de beberme una cerveza. Ustedes, allá, desde sus propias trincheras vitales.

Un abrazo para los colegas de verdad.

jueves, diciembre 29, 2005

La Contra

JAVIER GÜELL, CARDIÓLOGO Y ESPECIALISTA EN MEDICINA 'ANTIAGING'
"Puedes ser muy longevo sin ser viejo"


Tengo 47 años, y nací y vivo en Barcelona. Soy cardiólogo en la clínica Teknon, director del Instituto Antiaging Dr. De Benito y miembro del consejo de la European Society of the Antiaging Medicine. Casado, tengo dos hijos (13 y 10 años). Soy conservador y católico. Practico hípica de alta competición. Quiero morir lo más tarde posible, pero joven

VÍCTOR-M. AMELA

-¿Qué es eso de antiaging?

- Significa antiedad. Hoy es una rama de la medicina dedicada a procurar la máxima longevidad con la máxima salud posible.

- O sea, a ser unos viejos muy sanos.

- No, no: ¡a ser jóvenes el mayor tiempo posible! Podemos ser longevos sin ser viejos. Lo formula bien Pernette de Guillet: "Morir joven... ¡lo más tarde posible!".

- ¿Ir cumpliendo años sin sentirse viejo?

- Ése es nuestro objetivo: cumplir años sin envejecer, retrasar la visita al geriatra todo lo posible. La medicina antiaging ayuda a alargar los años de vida y a retrasar la aparición de enfermedades y discapacidades.

- Pues..., ¿cuándo empezamos, doctor?

- Cuando quiera. Tenemos pacientes desde los 35 años: cuanto antes cultives buenos hábitos e integres ciertas prácticas en tu vida cotidiana, más posibilidades de ser una persona longeva y activa física y mentalmente hasta el final.

- Pero seguro que la genética mos impone un techo: ¿cuál es?

- La señora Jeanne Calment, fallecida en 1997 a la edad documentada de 122 años, es por hoy el tope máximo al que aspirar.

- ¿Nadie ha vivido más tiempo que ella?

- Posiblemente sí, pero sin papeles que lo certifiquen. Así que nuestro referente es ella.

- ¿Cómo consiguió ser tan longeva?

- Exprimió su potencial genético. Se intoxicó poco.

- ¿Ése es el secreto: pocos tóxicos?

- Las personas centenarias suelen coincidir en esto: nutrición sana, intensa actividad física, constitución delgada, entorno social amable y zonas rurales con climas más bien fríos.

- ¿Y qué tal se anda de salud con 100 añitos entre pecho y espalda?

- ¡Las personas que llegan a centenarias son más fuertes, ágiles mentalmente y activas que la mayoría de entre 80 y 95 años!

- ¿Qué lección están dándonos las personas centenarias, pues?

- Que es falso que cumplir años sea sinónimo inevitable de deterioro. ¡Podemos ralentizar el deterioro!

- Pues arránquese ya con consejos, doctor.

- Si tuviese que dar sólo uno, sería: ¡búscate alguna ilusión! Algo que alimente tus ganas de vivir.

- ¿Una ilusión? ¿Tan importante es eso?

- Lo hemos constatado en longevos: esa ilusión es el motor que los dinamiza y los fortalece. Los lleva a minimizar preocupaciones ¡y les refuerza su sistema inmunitario!, que protege de infecciones...

- Me buscaré una ilusión…

- Tener una amante puede servir.

- Hombre, doctor... ¿Es ésa su ilusión?

- No, ja, ja... Mi mujer ya me ha reñido por escribir eso en mi libro... ¡Es sólo un ejemplo! Mi ilusión es competir en raids a caballo: eso me anima a estar en forma.

- Porque el ejercicio físico ayuda a ser longevo, me decía...

- Sí. Dedica cada día media hora a caminar rápido (o correr despacio): si mientras corres puedes charlar con otro, lo haces bien. Si resuellas, ¡lo haces mal! Ah, y nada de prendas para sudar más.

- ¿Por qué?

- Sólo eliminarás agua, pero no la grasa profunda, que se elimina mejor si corres ligero de ropa.

- Vale. Y sexo..., ¿mucho o poco?

- Los longevos suelen ser personas que han gozado de una vida sexual más intensa que la media.

- Recapitulo: ilusiones, trote y sexo. ¿Qué más, doctor?

- No fumar, mejor tomar té que café y no drogarse. Sólo un par de vasos de vino tinto en la comida, como tope...

- ¿Y qué debería comer?

- Todo lo que nos da la huerta, ¡sin límites! Hágase ensaladas de muchos colores... Y, a la semana, ¡más pescado que carne! De carne, mejor el pollo, el conejo y el pavo que las carnes rojas, el cordero y el cerdo.

- Con lo ricos que son unos pies de cerdo...

- Del cerdo, mejor cómase el jamón de bellota: ¡es sanísimo!

- Me saldrá caro vivir años...

- ¿Qué pagaría por el elixir de la larga vida...? ¡No existe..., pero estos hábitos sí ayudan! ¿Quiere el perfecto desayuno antiaging? Anote: una rebanada de pan integral untada con tomate, regada con aceite de oliva virgen y cubierta con jamón serrano.

- Pa amb tomàquet i pernil!

- ¡Es una pócima de juventud! Aceite, tomate...: ¡todo muy antioxidante! Y envejecer es oxidarse: hay que tomar suplementos antioxidantes.

- Se venden en farmacias...

- Sí, como los complejos multivitamínicos y minerales, también recomendables (previa consulta con un médico, sin autorrecetarse).

- Y con todo eso, ¿viviré más tiempo joven?

- Sí, pero nada de saltarte comidas, y bebe bastante agua. ¡Y duerme cada noche siete u ocho horas!

- Ay, huy, huy...

- Y mantén relaciones sociales afables y estimulantes. Y reserva cada día un ratito a solas para desconectar y relajarte. Si ahí practicas meditación trascendental, ¡mejor!

- ¿Y así cumpliré los 100, allá en el 2060?

- Sobre esa fecha se calcula que fácilmente podríais ser ya casi cuatro millones de centenarios en el mundo...

- Y usted, doctor, ¿hasta qué edad calcula que vivirá?

- Yo quiero poder practicar deporte y estar ocupado y animoso hasta el último instante de mi vida, sea a la edad que sea.

ASÍ SE NOS VA LA VIDA

No es para ponerse nostálgicos, pero siempre que algo se acaba como que uno se pone melodramático, tal vez lo traemos los mexicanos en los genes o es el efecto de ver tantas veces las mismas películas de Pedro Infante en el 2.
Ahora busqué a mis compañeros burócratas y no los encontré -esto de los calendarios procesales tienen sus contras- resulta que a partir de hoy descanso, (gracias a los plazos y términos que ya había comentado) y como si nada me pongo a marcarles a mis camaradas para desearles parabienes para el año próximo, pero resulta que ya todos se encuentran en alguna paradisiaca playa o visitando a familiares en algún lugar de la hermosa república, como quien dice me quedé solo como FOX.
Llegado este punto es cuando se valoran estos avances modernos, donde puede uno hacer llegar todo tipo de mensajes como en una botella al mar.
Vale, me uno a las felicitaciones del maese Weber y que el próximo año sea de lo mejor para todos. Al menos una cosa buena seguro nos pasará este 2006, se acabará el sexenio de la bisagra oxidada, lo que viene puede ser mejor o peor, pero por lo menos no será lo que hemos sufrido hasta ahora. Cuando veíamos el sexenio de Zedillo como gris, este de Fox de plano es amarillento y más decadente. El que quería compararse con Madero, más parece un presidente interino, como el que se hace referencia en el libro de Felipe Ávila comentado en su columna de hoy por Meyer.

Lorenzo Meyer
Transiciones: la que falló y la de hoy

El análisis de lo que sucedió con la última transición a la democracia en nuestro país, la que falló en 1913, encierra lecciones muy pertinentes para nosotros.

Puntos de partida
Primero: cualquier pasaje de la historia -política o de otra índole- es, a la vez, irrepetible pero nunca enteramente nuevo. Siempre se pueden encontrar en otros lugares o en el pasado, circunstancias o experiencias similares. A los líderes políticos les es dado aprender de las lecciones contenidas en el conocimiento de los sucesos del pasado, y aunque eso no les impedirá cometer errores, tendrán más posibilidades de evitarlos.Segundo: al pasado nunca se le interroga de manera gratuita sino desde las urgencias del presente. Por ello, ciertas situaciones que despertaron poco interés en otras épocas hoy nos pueden aparecer como cruciales. Es entonces cuando nos afanamos por entender y sacar lecciones.
El tema
Estas consideraciones vienen al caso porque acaba de aparecer un estudio tan compacto como sustantivo sobre ese intento anterior para lograr que México transitara ordenadamente de un orden autoritario a otro democrático. Esa tentativa tuvo lugar entre 1910 y 1913 y falló. Y el resultado de tan histórico fracaso fue una brutal guerra civil que, finalmente, concluyó con reformas sociales sustantivas, pero no con la instalación de la democracia, sino de un autoritarismo más sofisticado y duradero que aquel al que había intentado reemplazar. Naturalmente que, en ese episodio, hay lecciones que debemos asimilar para que el proceso actual tenga un mejor final.El trabajo en cuestión es de Felipe Ávila y se titula Entre el porfiriato y la revolución. El gobierno interino de Francisco León de la Barra (México: UNAM, 2005). Es claro que las diferencias entre los gobiernos presididos por el aristocrático Francisco León de la Barra y el actual, el de Vicente Fox, son muchas, entre otras que el primero fue resultado de un levantamiento armado, y el de hoy no, además de que el primero duró sólo cinco meses y 10 días y no un sexenio.Sin embargo, ambos se identifican en un punto central: fueron goznes entre dos épocas. Goznes entre el final de un largo régimen autoritario y el inicio de una promesa de vida democrática con todo lo que eso implicaba: igualdad ciudadana en una sociedad de desiguales extremos, Estado de derecho real en vez de su simulación, sufragio efectivo donde antes sólo había elecciones manipuladas y sin contenido, sustitución de la voluntad presidencial por un equilibrio de poderes y por el juego de la libertad política y el pluralismo.
Los desafíos
Antes de Fox, pocos consideraron que el gobierno interino de De la Barra tuviera algo que decirnos -positivo o negativo- sobre el arte de gobernar. Pero Ávila demostró que esa corta y olvidada Presidencia -entre el 26 de mayo y el 6 de noviembre de 1911- contiene, comprimidos, todos los grandes retos que hoy confronta México en su nuevo intento de transitar del autoritarismo a la democracia. En apariencia, De la Barra cumplió con relativo éxito su tarea, pero dejó tantos cabos sueltos y mechas encendidas que en poco tiempo todo el arreglo se vino abajo. En fin, que Entre el porfiriato y la revolución ofrece muchas lecciones que debemos recuperar y asimilar para que no repitamos lo que sucedió hace 92 años. Veamos.Al interinato de De la Barra se le debe de entender, sobre todo, como la contradictoria expresión de un consenso básico de élites en pugna en un contexto de peligro: el inicio de una rebelión social. Madero pudo expulsar a Porfirio Díaz del poder y hacerse de una enorme popularidad y legitimidad pero, como Fox hoy, no se propuso acabar con la esencia del injusto arreglo político derrotado sino más bien ponerlo al día. De la Barra, como Presidente interino, así lo entendió y procedió en consecuencia.Para no poner en peligro lo esencial de la estructura oligárquica porfirista, el primer círculo maderista y sus antiguos enemigos -los representantes del viejo régimen- se avinieron a cogobernar para que la "nave del Estado" sorteara los peligros de la transición. La base de ese arreglo entre el gobierno interino y el maderismo triunfante fue el uso intensivo de las coincidencias de clase de las cúpulas y la minimización de sus contradicciones, justo como Fox se propuso hacerlo a partir de su triunfo en el 2000, al dejar, por ejemplo Hacienda o el Seguro Social en manos de personeros del pasado y no perseguir a personajes clave de los gobiernos anteriores. Fue así como tras la derrota de Díaz -el PRI de la época- el Presidente interino y el jefe de la revolución democrática, Madero, coincidieron en su empeño por mantener casi intacto el arreglo institucional existente, restablecer el orden y desmovilizar a las fuerzas irregulares de la revolución -alrededor de 60 mil hombres- usando para ello al Ejército federal y los recursos del superávit fiscal que se había heredado para indemnizar a los combatientes salidos de "las clases peligrosas".La principal contradicción entre Madero y De la Barra se dio en relación al grado de reforma que era necesario para incorporar al nuevo orden a la heterogénea coalición del maderismo triunfante. Había acuerdo en respetar la continuidad pero no en el grado de transformación que era necesario para que las clases medias y las populares -un equivalente a los "votantes útiles" del 2000- tuvieran alguna representación en la nueva estructura de poder.La persistente tensión entre la Presidencia de De la Barra y Madero es uno de los ejes de la obra de Ávila. El otro es la tensión dentro del maderismo por el esfuerzo que hizo su líder para controlar a sus bases populares. En este segundo caso, lo central fue el desencuentro entre la moderación de Madero y su primer círculo y la creciente radicalización del maderismo armado y popular, simbolizado por Pascual Orozco en el norte y por Emiliano Zapata en el centro, pero también representado por un buen número de jefes militares regionales que simplemente no se conformaron con la orden que se les dio de desmovilizarse para que regresaran a la oscuridad social de la que habían salido.Madero y León de la Barra lograron un alto grado de colaboración en el inicio de la solución del problema más crítico para ambos: el desarme del grueso de las fuerzas maderistas. El otro punto de colaboración efectiva fue la sustitución de los gobernadores porfiristas y el desmantelamiento parcial de uno de los pilares de la estructura de control del viejo régimen: los jefes políticos. Sin embargo, al toparse esa cooperación elitista con la voluntad del zapatismo de permanecer armado hasta que se cumplieran sus demandas agrarias, la armonía en la cúpula y el desarme mismo se transformaron en choque abierto y en la semilla del fracaso final de su proyecto.Uno de los puntos más atrayentes de este trabajo es su habilidad para captar y presentar al tercer actor, al "poder paralelo embrionario". Se trató de un poder "con poca conciencia de sí mismo... representado por las bandas y los jefes militares del ejército popular maderista y por la multitud de iniciativas, acciones y resistencias que tuvieron lugar en muchas partes del territorio nacional atacando a las instituciones, elites y autoridades...".Desde la óptica de Felipe Ávila, cuando Madero asumió formalmente la Presidencia no hizo otra cosa que continuar lo que ya se había echado a andar bajo De la Barra. Sin embargo, el autor deja en claro que Madero tuvo que pagar el costo del éxito relativo de la etapa anterior, y ese precio fue la destrucción definitiva de la coalición maderista -Zapata, Orozco y muchos más, se volvieron contra Madero, acusándolo de traición-, la base social original del movimiento democrático. Y ello ocurrió en una coyuntura en que la Presidencia ya no contó con eso que tanto le sirvió a De la Barra: el apoyo abierto y decidido de las clases altas, del Ejército y la Iglesia. Fue entonces cuando ese "poder paralelo embrionario" -el de los sectores populares- crecería al punto que, para intentar frenarlo y destruirlo, las fuerzas del antiguo régimen decidieron prescindir de Madero y acabar con el tránsito a la democracia. Finalmente, el resultado no fue el deseado por ninguno de los actores originales del drama. Ya sin León de la Barra y sin Madero, el enfrentamiento entre los extremos fue directo y abierto... y el resultado fue que México pasó del cambio político más o menos controlado a la revolución social.Ver al gobierno interino de 1911 con ojos actuales nos da la oportunidad de conocer y asumir a tiempo una más de las lecciones de la historia: los peligros de posponer o evadir, de no cumplir, los compromisos adquiridos en el proceso de ganar el poder y dejar vigentes los defectos e injusticias de un antiguo régimen.
C.R. Reforma

miércoles, diciembre 28, 2005

CCCP

México no anda mal en cuanto a cronistas se refiere. Tenemos a Sheridan, tenemos a Villoro. Claro, muchos dirán "tenemos a Monsi", pero como a mí me jode el habitante de la Portales (que más bien ya parece una caricatura de su señora abuela), no lo incluyo en esta semi-lista. Antes tuvimos a Nalgador Sovo y, por qué no decirlo, también a Alfonso Reyes.

Digo esto porque acabo de comprar el libro Safari Accidental (Joaquín Mortiz, 2005) de Juan Villoro. La verdad, lo he comprado porque leí algo sobre él en el número de diciembre de Letras Libres (mi suscripción termina el próximo mes, auxilio). Era una crónica de F. Mejía Madrid (otro que también puede entrar entre los buenos cronistas contemporáneos) en la que venía una gran anécdota. Resulta que Villoro ha declarado que se hizo cronista (bueno, así dice él) porque en alguna ocasión escuchó una narración de Ángel Fernández de un partido de fútbol en algún Mundial. El equipo que salía al campo era la ex Unión Soviética y Fernández daba cuenta de esto a los tele espectadores nacionales.

El punto está en que mencionó, más o menos, que la oncena de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas saltaba al campo. Con su clásico uniforme rojo que tenía atrás las letras CCCP. Y decía Fernández, "ustedes se preguntarán qué quiere decir CCCP", a lo que contestó con una de esas genialidades que se dan de vez en vez. Según AnFer, CCCP quería decir "Cucurrucucú Paloma".

Si a Villoro se le pegó un pelín de ese estilo habrá sido una buena compra la del libro en cuestión.




Saludos a todos los que nos leen en estas fechas y, por cierto, no anden creyendo eso de que U2 no viene a México a los conciertos de febrero en el Azteca. Recuerden que hoy es (o fue, más bien) 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes.


¡Gracias por leernos un año más!


(snif, snif...).

lunes, diciembre 26, 2005

26-D

Y como diría José Feliciano, feliz navidá, feliz navidá... próspero año y felicidá, aiguanagüishiu a merri crismas, aiguanagüishiu a merri crismas...


Balances
Juan José Millás


En la puerta del cajero automático en el que esos chicos quemaron viva a una mujer, había al día siguiente un cartel que decía: "Fuera de servicio". Deberían haber puesto "Cerrado por defunción", aunque dado el precio del suelo en ese barrio, no tardarán en abrirlo. Un librero amigo me explicó esta lógica existencial: "Un volumen ocupa equis centímetros cuyo alquiler, si los sacaras al mercado, te produciría equis beneficios. Cuando un libro no es capaz de producir lo que consume, hay que retirarlo". El problema es que esa lógica acaba con el pensamiento, porque el pensamiento no vende. Por eso Rajoy se ha sumado, con gran éxito entre los suyos, al "muera la inteligencia" de la Conferencia Episcopal.

Pero volvamos a los libros. Quizá el Estado debería subvencionar una cadena de librerías para aquellos títulos incapaces de defenderse por sí mismos entre los superventas de las mesas de novedades de los grandes almacenes. Hablamos de libros minusválidos. O discapacitados. Libros distintos, en fin, que carecen de recursos para competir con los códigos da Vinci y compañía. Libros indigentes, podríamos decir, que son, no por casualidad, los mismos que se lanzan a la hoguera en los momentos históricos. Recuerden, por citar un caso próximo, el escaparate de la librería Lagun, de San Sebastián, repleto siempre de pensamiento inflamable. Creo que tuvieron que cerrar por la presión del mercado y de la gasolina, una combinación insoportable.

La mujer incendiada viva en Barcelona estaba ocupando en ese cajero automático más sitio del que podía financiar. Era minusválida, discapacitada, pobre, como ustedes quieran, y había que lanzarla a la hoguera, como los libros de pensamiento. "Se nos fue la mano", han asegurado grotescamente los chicos, dando por hecho que sólo deberían haberle roto las piernas. Si uno fuera el dueño del banco afectado, convertiría ese cajero en una sala de estar de paredes transparentes, con la imagen de Rosario sentada a una mesa camilla, leyendo uno de esos libros que los bárbaros queman también de manera periódica a lo largo de la historia. Pero uno no sabe lo que vale el metro cuadrado ni lo que cuesta cuadrar un balance.

viernes, diciembre 23, 2005

HAPY JALOGÜIN

Ahora que todos se desean lo mejor, que se repiten la buena ondez y frases como feliz navida, me toca salir de contreras.
Ahora que nuestros tradicionales scrooge han tirado la toalla (como el buen maese Weber y el Dehesa) me toca sacar la cara por el amplio sector de los aguafiestas.
No es que esté amargado (bueno sí) pero ahora me toca sacar la casta. Para empezar -y sin que se me ofenda nadie- he de decir que por primera vez en muchos años me he pasado de los mejores días en la oficina, sin tener que aguantar las festividades, abrazos (odio que me toquen, odio que me toquen, je je), para bienes, vales mil, y demás congratulaciones acostumbradas, muchas veces provenientes de personas a las que apenas les has dirigido la palabra en todo el año o de quienes la verdad te va y te viene su existencia en en este mundo.
Tampoco he tenido que poner pretextos para no ir al tradicional brindis o a la comida de fin de año, ni para no dirigir unas palabras a los compañeros ni para abrazar a la secre gorda que huele a garnachas de la esquina.
Y todo lo anterior, porque no estuve en la oficina, y porque (a mi parecer afortunadamente), mi jefe es de los más secos entre los secos.
Además ayer y hoy tuve que ir a dos audiencias públicas de tribunales en la materia que ahora estoy tratando, ahí no hay que espérate al brindis o que hoy es navida o día de los inocentes. Nuestro calendario se rige por términos y plazos que fenecen en 3, 4 o 5 días, y nuestras festividades son si ganas el caso y días de luto si lo pierdes.
Así que el calendario Gregoriano nos queda chico, para nosotros el año ya comenzó en septiembre y terminará en julio.
Hoy por ejemplo, apenas esbozamos una sonrisa al ver que una resolución venía a nuestro favor y fué motivo de felicidad no trabajar este fin de semana, y sobre todo que serán nuestros contrarios en el juicio los que tendrán que trabajar si quieren impugnar la resolución. La conversación fué algo más o menos así: salió todo bien, si, ¿esperas que impugnen?, seguro habrá que estar listos, bueno que trabajen ellos el fin de semana, nos toca descansar, bueno hablales a los demás que ya pueden irse de la oficina temprano (son las 5pm), ¿y regresamos el lunes?, no diles que el martes, bueno.
Así que heme aquí en viernes 23 de diciembre, tranquilo y por fin con tiempo para escribir estas líneas, la semana estuvo atareada.
Lo peor de este caso es que ya hice a mis hijos ami forma, ahora en plena temporada navideña, ellos prefieren ver las películas de Burton, como la que da título a este post y la reciente el cadaver de la novia, que a mi me encantó.
P.D.
Bueno, no soy tan secote, va pues, feliz navidad a todos y que se la pasen felices en compañía de los suyos, de los que están y de los que no están.
P.P.D.
Vale, si extraño a compañeros como el maese Weber, sobre todo para criticar los brindis oficiales y los ridículos inevitables en las comidas de fin de año. No extraño la cena VIP de mandos medios que organizaba el DG y en la que cada quien le entraba con su cuerno a mermar aún más el desangelado aguinaldo.

jueves, diciembre 22, 2005

22-D

Imagino que estarán preocupados por mi destino en el llamado Día F. Bueno, les contaré algo. Pues resulta que no estuvo tan mal. ¿Qué tal? La verdad, sí me la pasé divertido y todo estuvo bien padriuris. Je je. Mi tarro de cerveza fue considerado "original" (aunque no ganó el premio gordo) y me dieron una tacita media pinche que tiene un osito navideño en el frente. No importa, ya la tengo a la mano para la hora del café por las mañanas. La ganadora del aquelarre fue una taza que sí estaba bastante buena y que venía envuelta en una mega hamburguesa de unicel. Fui jurado del concurso (¿por qué?, no sé) y, además de deliberar sobre el Taza Fest, también nos tocó otorgar el gorro verde del Grinch al más aguado de la celebración y el gorro rojo al más animado. Uy, sí. Sha-la-la. Bueno, pero la verdad, no estuvo tan mal, repito.

El brindis sí estuvo más seco. Claro, los actos oficiales siempre tienen esa dosis de cartón que a todos jode. Vinieron los discursos, los buenos deseos vía memorándum y las sonrisas con terminación .gob.mx. Lo mejor fueron las viandas. Algo debió haber pasado con Oficialía Mayor que ahora sí nos mandaron bocadillos decentes y una dotación de sidra que, por su sabor, deduzco que la compraron en Huejotzingo. En fin. Al menos ya no fueron los tacos de canasta y las gaseosas del año pasado, aunque no estaría mal que para 2006 se ahorrara para unas botellas de vino tinto.

Pero la joya del día fue la comida de la Dirección. Sonará raro decirlo, pero estuvo muy buena. El esposo de nuestra Directora (me pongo de pie, es más, estoy de pie) es en verdad todo un personaje. Ex rector de Chapingo y ex subsecretario de algo durante la administración de Ernesto Zedillo, el buen hombre es uno de los mejores animadores de cualquier clase de celebración. Además, en el restaurante había algo así como el Carne Fest por el cual me embutí no sé cuántos trozos de arrachera y chistorra hasta desafiar mis límites. Mmmm. Además, vinieron los vinos chilenos (Casillero del 666) y el postre y el café y la plática y guara guara. Qué bien, ¿no?

Ayer terminaron las labores convencionales, sin embargo, hoy todavía hemos venido algunos por estos rumbos. De hecho, más de los que imaginaba. Hay de todo: secretarias, operativos, analistas y mandos medios. ¿Jefes? He visto por allá a la encargada de la Dirección General, pero nada más. Tengo que confesar que al momento de arribar --a las nueve horas-- sí sentí como nostalgia de no ver a todos mis compañeritos burócratas, pero luego fueron llegando poco a poco y a estas alturas --las 13 menos 10-- ya volví a extrañar el hecho de no estar a solas con mi soledad (Maricela dixit).

Me leo y siento que lo estoy haciendo medio cursi. No importa. Es la época, ¿no? Por doquier se respira el ambiente navideño y, además, la gente anda como en esa mezcla de euforia y locuacidad por tener la billetera bastante abultada. Claro, eso no exenta que todos andemos a las vivas por las ratas de dos, tres y cuatro patas, pero, de cualquier forma, la buenaondez está en el aire. Hay que disfrutarlo si pensamos que para enero de 2006, es decir dentro de 10 días, todo volverá a ser cuesta arriba y los rostros de las personas se volverán a endurecer.

Una porra a la Navidad.

Así habló la burocracia.

PS. Por cierto, he cambiado de gafas.



RITA LEVI-MONTALCINI, NEURÓLOGA, PREMIO NOBEL DE MEDICINA


"Mi cerebro funciona como a los 20 años"

Nací en Turín en 1909: tengo 96 años. Vivo en Roma. Soy neuróloga: descubrí cómo se regeneran las células nerviosas. Decidí no ser esposa ni madre. No tengo hijos. Soy de izquierdas: ¡admiro las políticas de Zapatero! Soy de familia judía, pero soy laica: abogo por los valores éticos sin esperar recompensas en otra vida

VÍCTOR M. AMELA

¿Cómo celebrará sus 100 años?

- Ah, no sé si viviré, y además no me placen las celebraciones. ¡Lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día!

- ¿Y qué hace?

- Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando, sigo pensando...

- No se jubila.

- ¡Jamás! ¡La jubilación está destruyendo cerebros! Mucha gente se jubila, y se abandona... Y eso mata su cerebro. Y enferma.

- ¿Y cómo anda su cerebro?

- ¡Igual que a mis 20 años! No noto diferencia en ilusiones ni en capacidad. Mañana vuelo a un congreso médico...

- Pero algún límite genético habrá...

- No. Mi cerebro pronto tendrá un siglo..., pero no conoce la senilidad. El cuerpo se me arruga, es inevitable, ¡pero no el cerebro!

- ¿Cómo lo hace?

- Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones, ¡pero para ello conviene estimularlas!

- Ayúdeme a hacerlo.

- Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará.

- ¿Y viviré más años?

- Vivirá mejor los años que viva, que eso es lo interesante. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones...

- La suya fue la investigación científica...

- Sí, y sigue siéndolo.

- Descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso...

- Sí, en 1942: lo llamé nerve growth factor (NGF, factor de crecimiento nervioso), y durante casi medio siglo estuvo en entredicho, ¡hasta que se reconoció su validez y en 1986 me dieron por ello el premio Nobel!

- ¿Cómo fue que una chica italiana de los años veinte se convirtió en neurocientífica?

- Desde niña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería casarme bien, que fuese buena esposa, buena madre... Y yo me negué. Me planté y le confesé que quería estudiar...

- Qué disgusto para papá, ¿no?

- Sí. Pero es que yo no tenía una infancia feliz: me sentía patito feo, tonta y poca cosa... Mis hermanos mayores eran muy brillantes, y yo me sentía tan inferior...

- Veo que convirtió eso en un estímulo...

- Me estimuló también el ejemplo del médico Albert Schweitzer, que estaba en África para paliar la lepra. Deseé ayudar a los que sufren, ¡ése era mi gran sueño...!

- Y lo ha hecho..., con su ciencia.

- Y, hoy, ayudando a niñas de África para que estudien. Luchemos contra la enfermedad, sí, ¡pero todo mejorará si acaba la opresión de la mujer en esos países islamistas...!

- La religión ¿frena el desarrollo cognitivo?

- Si la religión margina a la mujer frente al hombre, la aparta del desarrollo cognitivo.

- ¿Existen diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer?

- Sólo en las funciones cerebrales relacionadas con las emociones, vinculadas al sistema endocrino. Pero en cuanto a las funciones cognitivas, no hay diferencia alguna.

- ¿Por qué todavía hay pocas científicas?

- ¡No es así! ¡Muchos hallazgos científicos atribuidos a hombres los hicieron en verdad sus hermanas, esposas e hijas!

- ¿De veras?

- No se admitía la inteligencia femenina, y la dejaban en la sombra. Hoy, felizmente, hay más mujeres que hombres en la investigación científica: ¡las herederas de Hipatia!

- La sabia alejandrina del siglo IV...

- Ya no acabaremos asesinadas en la calle por monjes cristianos misóginos, como ella. Desde luego, el mundo ha mejorado algo...

- Nadie ha intentado asesinarla a usted...

- Durante el fascismo, Mussolini quiso imitar a Hitler en la persecución de judíos..., y tuve que ocultarme por un tiempo. Pero no dejé de investigar: monté mi laboratorio en mi dormitorio... ¡y descubrí la apoptosis, que es la muerte programada de las células!

- ¿Por qué hay tan alto porcentaje de judíos entre científicos e intelectuales?

- La exclusión fomentó entre los judíos los trabajos intelectivos: pueden prohibírtelo todo, ¡pero no que pienses! Y es cierto que hay muchos judíos entre los premios Nobel...

- ¿Cómo se explica usted la locura nazi?

- Hitler y Mussolini supieron hablar a las masas, en las que siempre predomina el cerebro emocional sobre el neocortical, el intelectual. ¡Manejaron emociones, no razones!

- ¿Sucede eso ahora?

- ¿Por qué cree que en muchas escuelas de Estados Unidos se enseña el creacionismo en vez del evolucionismo?

- ¿La ideología es emoción, es sinrazón?

- La razón es hija de la imperfección. En los invertebrados todo está programado: son perfectos. ¡Nosotros, no! Y, al ser imperfectos, hemos recurrido a la razón, a los valores éticos: ¡discernir entre bien y mal es el más alto grado de la evolución darwiniana!

- ¿Nunca se ha casado, no ha tenido hijos?

- No. Entré en la jungla del sistema nervioso ¡y quedé tan fascinada por su belleza que decidí dedicarle todo mi tiempo, mi vida!

- ¿Lograremos un día curar el alzheimer, el parkinson, la demencia senil...?

- Curar... Lo que lograremos será frenar, retrasar, minimizar todas esas enfermedades.

- ¿Cuál es hoy su gran sueño?

- Que un día logremos utilizar al máximo la capacidad cognitiva de nuestros cerebros.

- ¿Cuándo dejó de sentirse patito feo?

- ¡Aún sigo consciente de mis limitaciones!

- ¿Qué ha sido lo mejor de su vida?

- Ayudar a los demás.

- ¿Qué haría hoy si tuviese 20 años?

- ¡Pero si estoy haciéndolo!

martes, diciembre 20, 2005

Día F

Pongo a Interpol en el iTunes para comenzar este día que ya lo imagino con todo y sus detalles desde ahora. A las 11 horas habrá un intercambio de regalos organizado por una secretaria de la oficina. La típica secretaria que realmente no hace gran cosa durante todo el año, pero que al momento de montar el negocio de los buenos deseos y la socialización por el fin de labores es la más entusiasta de todas. ¿De dónde sacará esa súbita energía? Para 2005 se tratará de intercambiar tazas. Tazas normales, para beber café o agua o té o leche o lo que sea. Las regalaremos aderezadas de lo que cada quien quiera poner en su interior, desde dulces hasta dinero o lo que se te hinche los cojones. Claro, como toda buena celebración organizada por secretarias habrá una especie de "concurso", que en esta ocasión será relativo al mejor envoltorio del asunto. Es decir, si traes tu taza y además le pones no sé cuántos adornitos, igual y te llevas algo extra a casa. Wow. Déjenme ir a buscar algo para tener la taza más original de la comarca, permítanme...



Ya, gracias.




A mí me ha tocado un tipo que nunca me ha caído bien, pero que a últimas fechas nos saludamos y todo muy normal. Jamás lo he visto meterse una taza de café, de hecho, creo que ni de agua. Tiene dos empleos y arriba a esta oficina alrededor de las 13.00 horas. Llega, habla con media humanidad, garabatea algo en el ordenador y así se la pasa muy tranquilo. Entonces, como no toma café, mejor le he comprado un tarro de cerveza y lo he rellenado de paletas de --adivinaron-- tarro de cerveza. Una bolsa alusiva a una botella de algo y sanseacabó. Ahí está mi gran regalo de fin de año. Espero a conocer quién será la o el encargado de darme mi súper taza que sustituirá a la Azul y Oro que tengo en mi cajón.

Luego, un poco más tarde de este gran evento, vendrá el brindis de fin de año de la Dirección. Otro viejo ritual que se cumple año con año. La particularidad de este acontecimiento es que este será el primero que afronte sin la presencia de mi colega el buen Paco. De hecho, esta celebración se había vuelto especial porque, desde 2003, comencé a hacer predicciones a la mitad de dicho brindis. Recuerdo que la primera fue algo así como "esta será la última vez que brindemos aquí"... y se cumplió. Claro, se llevó a cabo porque al siguiente estaban remodelando nuestra área y tuvimos que hacerlo en otra. Para 2004 sentencié que sería el último brindis en el que estaríamos ahí los dos y... también se ha cumplido, ya que ahora mi colega lo hará en alguna oficina llena de abogados democráticos. ¿Cuál será la predicción para 2006?

Los brindis de fin de año siempre son aburridos. Todos se reúnen como en un semicírculo después de dudarlo no sé cuántas veces y ahí esperan a que otros hablen o tomen la iniciativa. La mayoría llega con cara de felicidad fingida y lo único que desean es que terminen los discursos y las bromas de ay-cómo-soy-ingenioso con el fin de atacar la provisión de vino o viandas que hayan provisto para la ocasión. Espero que en este año ya se haya superado un poco la austeridad republicana de 2004, por la cual sólo nos dieron unos vasos con refresco y tacos de canasta. Ojalá para este año hayan comprado aunque sea unas botellas patonas de Padre Kino que alteren un poco la cabeza, deshiniban y sirvan de sedante para soportar esa media hora de diplomacia a ultranza. Desconozco quién vaya a ser el orador oficial que dé el cerrojazo a las actividades de este año. No tenemos Director General y la que está de encargada pues, como que si la quieren, pero no tanto. El misterio se despejará en dos horas y media.

Como si esto no fuese poco, a las tres de la tarde está programada la comida de fin de labores de la Dirección. Ojo, no confundir con el evento próximo anterior. El acto de las 13.30 será "el brindis" y el de las 15.00 "la comida". Es decir, en uno nada más se levantará la copa y se dirá ay sí, qué bonito, ya pasó un año más y todos bien felices y contentos, y en el otro todos nos avalanzaremos sobre el buffete del Hotel Fiesta Americana Reforma. El numerito aquí sí ya tiene un costo, lo que implica una especie de filtro social. A diferencia de los dos anteriores, aquí todos los que quieran asistir deberán desembolsar 159 pesos para tener derecho de piso.

Por esta razón hoy todos hemos venido vestidos "para la ocasión". Me refiero a que hasta las secretarias más fachosas se han sacado el traje sastre del armario para estar a la altura de las circunstancias. Me llama la atención el hecho de que mucha gente se súper emociona con estos actos protocolarios, como si en verdad fuese una fiesta dedicada a ellos. Más bien es algo que se debe hacer aunque no nos apetezca del todo. Me refiero a que si preguntásemos a cada uno de los empleados lo que quiere para este fin de año, imagino que la respuesta sería: irme de vacaciones AHORA. Claro, hay gente a la que le encanta socializar y andar del tingo al tango dizque organizando y pasándosela bomba. A mí, como ustedes ya saben, todas esas reuniones en las que tengo que convivir con más de tres personas al mismo tiempo me dan prurito. Pero como es necesario estar ahí, pues qué remedio, ¿no?

Por extraño que parezca, todas estas celebraciones no han superado en número lo que se vivía en el pasado en esta trinchera de la Administración Pública Federal. En efecto, a pesar de que tendremos tres actos carnavalescos casi simultáneos, antes el asunto daba para más. Recuerdo que el primer año que estuve aquí (el ahora ya lejanísimo 1997, cuando tenía apenas 21 años) hubo comida de la Subdirección, comida de la Dirección y fiesta de todo el conjunto del Ministerio. Además, aún permanecía con fuerza la idea del Welfare State porque a todos los burócratas nos dieron una vaporera (que más bien parecía el traste donde las madres calientan las mamilas de sus hijos), una vajilla y un pavo Parsons. Wow. Yo apenas tenía un mes y medio de haberme integrado al funcionariado público y el generosísimo Estado mexicano me daba todas estas prestaciones. Quizás por eso me he quedado aquí tanto tiempo, todo con el fin de retribuirle un poquito a mi Patria lo que me ha dado a manos llenas.

En aquella ocasión la fiesta del Ministerio se llevó a cabo en lo que ahora se conoce como Pabellón Cuauhtémoc y que a finales de la década de 1990 era simplemente Exhibimex. Hubo no sé cuántos grupos y matanceras, baile y comida a rabiar. Además, como suele suceder en este tipo de celebraciones, se repartieron boletos a la entrada que te daban derecho a participar en esas rifas extrañísimas en las que nunca ganas nada, a pesar de que haya como 17 mil regalos que van desde el súper auto del año hasta el mondadientes de aluminio con tus iniciales grabadas.

Sin embargo, los tiempos cambiaron y de repente fue mal visto andar derrochando el dinero público en fiestas privadas. Así que, desde entonces, lo único que te llega de felicitación es una postal muy chafa de Vicente Fox por el correo institucional en la que te dice que le eches hartas ganitas y que México es esto y aquello y que ya cambiamos y que hay que seguir en ese rumbo y bla bla bla. Basura mediática. Algo que ya editorializó con bastante vehemencia el tal Roñas al ponerle cuernos al presidente de este municipio grandote de Mesoamérica. Mucho más basura porque no sólo la firma el guanajuatense, sino también su odiosísima esposa protagonista. Joder.

En fin, este es el Día F (de fiestas) y habrá que hacerle frente. Es casi el último escalón antes de salir de vacaciones, bueno, en mi caso no habrá vacaciones porque he pedido muchos días por el asunto de mi madre, los cuales tendré que reponerlos --precisamente-- en estos días de asueto. Pero, bueno, el sólo hecho de no tener que ver a todos estos que me rodean en la oficina será para mí un buen regalo de fin de año.

Escribo por la tarde o antes si sucede algo muy importante.

Así sea.

Cafés, bares y tabernas
LLUÍS FOIE


Europa está hecha en los cafés. Lo dice George Steiner en un espléndido librito “La idea de Europa”. En la conversación con una copa plantada en una mesa o con una taza de café llenando el ambiente de un olor inconfundible. Los cafés centroeuropeos, las tabernas y bares mediterráneos han conformado una civilización. La filosofía griega, el derecho romano y la religión de Israel han puesto los fundamentos.

Pero ha sido en los cafés, más que en las bibliotecas, donde se ha formado esta idea de Europa, tan frágil y a la vez tan sólida. No es la Europa de las cumbres, ni de los presupuestos, ni siquiera de los estados y las naciones. Es la Europa del humanismo que descansa en las miserias y la épica cotidiana de todos. Una Europa que es capaz de autodestruirse y de levantar edificios humanos de un valor incalculable.

En la Viena de entreguerras los cafés eran el centro de la elocuencia y del debate, de las rivalidades y de las concordias. Los que querían encontrar a Freud o Kraus sabían exactamente en qué café buscarlos y los lugares que tenían reservados.

Hace unos años mi amigo y colega González Cabezas me llevó al Procope, el café restaurante de París en el que Danton y Robespierre se encontraron por última vez y donde los padres de la Constitución americana conspiraban contra la corona británica y pergueñaban lo que sería la Carta Magna. Cuando se apagaron las luces de Europa, en agosto de 1914, el socialista Jaurès caía asesinado en un café parisino. Es en un café de Ginebra donde Lenin juega al ajedrez con Trostky. El primero moriría prematuramente y el segundo caería asesinado por el catalán Mercader en una casa de México.

Los ratos más entrañables que recuerdo de mi estancia profesional en Washington no son las salas de prensa de la Casa Blanca o los pasillos sin personalidad del Departamento de Estado. Ni la avenida de Pennsylvania o el ancho y majestuoso Mall. Muchas noches acudíamos al “Saloon”, un bar de Georgetown en el que con Rafa Ramos, Enrique Ibáñez y Ramón Vilaró dábamos rienda suelta a nuestras juveniles fantasías sobre cualquier cosa. Ramón Pedrós se dejaba caer alguna tarde y nos contaba sus experiencias rusas.

El café o el bar es la gran escuela de periodistas, escritores y políticos. Es una de las escuelas de la vida. Bouverie Street es una callejuela londinense de mala muerte en la que corresponsales, espías y columnistas de todas las procedencias y pelajes recogíamos la información para mandar nuestras historias a los diarios.

Pero las ideas se maduraban en los bares de Fleet Street, con pintas de cerveza y con botellas de vino barato. Raúl del Pozo y Julián Martínez terminaban pronto sus crónicas por escribir en lo que entonces eran diarios de tarde. Pasaban por mi despacho para avisarme de que me esperaban en el “pub” de la esquina. Al llegar una o dos horas después solía haber varias botellas vacías sobre una mesa. La conversación fluía con gran dignidad y profundidad.

De esto hace un cuarto de siglo. Y la amistad con todos esos colegas con los que compartimos tantos ratos en los cafés de Londres, Washington, Buenos Aires y Moscú perdura por encima de todo. Aunque no nos hayamos visto desde entonces.

El café Gijón en Madrid o los cafés de los modernistas catalanes, el Ateneu de Barcelona, el Zurich de la calle Pelayo, el Sandor de Francesc Macià o incluso la Oca de hoy, un tanto desvencijada, es el espacio en el que se da vida a los grandes proyectos. Incluso a las grandes desgracias. En los cafés se mata el tiempo, se conspira sobre todo, se habla de lo que no se sabe, se murmura, se ríe y se llora. Según le vaya a cada cual.

Reivindico los cafés, los bares y las tabernas como centros imprescindibles de cultura y de humanismo. Mientras haya cafés habrá diálogo, conversación y debate. Habrá vida. Claro que hay más cosas, más importantes y más trascendentes. Pero es en los cafés donde adquieren la capa imprescindible de la fragilidad humana.

Orgullo Azul y Oro

Perdió Pumas. Duele, claro. Sobre todo si vemos que ha sido --otra vez-- por penales. Me jode ver a los argentinos celebrar. Leer sus diarios deportivos es insoportable. Para ellos, todo gira alrededor de sus equipos. Los demás no existen. Si son autosuficientes, ¿por qué invitan a los equipos mexicanos? Claro, porque aquí está el poder económico. Quizás no se refleje en todas las familias, pero los corporativos financieros de este país están inyectando recursos a sus aún más pobres economías sudacas. Pero el peor sentimiento es que se ha perdido por errores propios. ¿Cómo fallar tres penales de seis? Así no se puede ganar, coño. La misma historia que con Cruz Azul hace unos años. Después de todo el esfuerzo por ganarles (o empatarles) en su campo, con todo en contra, para tirarlo a la basura a la hora de ejecutar desde el manchón. Frustrante. Más si se recuerda que unos días antes de volar a Buenos Aires, los diarios nacionales daban cuenta de que se estaban ensayando con intensidad los penales en Ciudad Universitaria. Entonces, ¿por qué volver a fallar?

Me joden los argentinos, su afición, su parcialidad en los comentarios de la televisión y su inacabable espíritu egocentrista. No me importa lo que digan otras crónicas respecto a que los habitantes de ese país son "encantadores". Lo serán allá, solos. Pero lo que proyectan es lo contrario. Son ególatras, son marrulleros, son transas, son insoportablemente mamones. No importa. Llegará el día en que se les arrebate el campeonato en su cancha, con sus reglas, con todo a su favor. Lástima que no ha sido Pumas en esta ocasión. Pero algún equipo de México, país al que menosprecian no sólo en lo deportivo sino en lo social y político, vaya a sus estadios y le cierre la boca a todos esos hijos del corralito cuya máxima diversión consiste en ir al estadio y luego matarse e ir a saquear sus hipermercados. Claro, cualquier equipo mexicano excepto uno, el Amiérdica.

Sé que habla el rencor por mi boca. Por "mi boca". Ja ja. En fin. Es hora de pasar a lo que sigue. La grandeza de la Universidad Nacional va más allá. Ya vendrán nuevas oportunidades.

Calma.

ORGULLO AZUL Y ORO

Jamás / Jamás te dejaremos / Siempre te alentaremos / Con todo el corazón

lunes, diciembre 19, 2005

Socorro
Juan José Millás

Una niña de 10 años, escocesa o así, ha escrito un libro titulado Ayuda, esperanza y felicidad, que es una guía para sobrevivir al divorcio de los padres. Nos parece muy bien, pero aguardamos ansiosos que una compañera suya publique un manual de autoayuda para los hijos de los matrimonios estables, que son los grandes olvidados. ¿Cómo se sobrevive a una pareja que se quiere? El libro tendría un éxito enorme en estos días de paz navideña en las que las familias homologadas llegan a las manos por un quítame allá esas pajas. Ahora resulta que los hijos de los divorciados no sólo tienen dos casas, dos regalos y ocho abuelos, sino que disfrutan de una literatura específica para ellos y su problemática.

Urge la puesta en marcha de una biblioteca que nos ayude a afrontar las situaciones normales. Ya sabemos cómo se combate el cáncer, la depresión, la ruina económica. Hemos averiguado cómo se espanta la mala suerte, cómo se aprende inglés en tres semanas, cómo se deja de fumar en dos sesiones. Hemos ido a la Luna, a Marte, hemos inventado la hamburguesa. Quiere decirse que lo difícil está prácticamente hecho. Ahora necesitamos asistencia para hacer frente a lo de todos los días. Cómo no desesperarse, por ejemplo, en una lista de espera de la Seguridad Social, cómo asumir una hipoteca de 40 años, cómo sobrevivir a un contrato basura, como pagar un alquiler de 1.000 euros con un sueldo de 800, incluso cómo divorciarse con dos salarios que parecen medio.

Muchos críos no podrán disfrutar del libro de Lobby Rees, la niña escocesa de la primera línea, porque sus papás carecen de medios para irse cada uno por su lado. ¿Hay derecho a eso? ¿Hay derecho a que no exista una sola guía espiritual para los más de ocho millones de niños esclavos que hay en el mundo? Por favor, ayúdennos a combatir lo cotidiano: la esclavitud infantil, las hambrunas masivas, el tráfico de armas, la tortura deslocalizada. Explíquennos cómo se defiende uno de personas corrientes como Bush, como Blair, como Rouco Varela, como Schwarzenegger. No tiene sentido que hayamos descubierto el antídoto contra el mal de ojo, que no existe, y todavía no tengamos un remedio contra la malaria. Hagan algo.

jueves, diciembre 15, 2005

�Extra!

Escribo esto desde Photobucket para dar a conocer la noticia:



Los Stones daran un concierto en el Estadio Universitario de Monterrey el primero de marzo de 2006 y los boletos se ponen a la venta este 20 de diciembre.



Wow.




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miércoles, diciembre 14, 2005

Miss Celánea

a) Los que escuchábamos a Olallo en Radioactivo tenemos una nueva opción: el podcast. Un colega me ha dado la dirección para bajar los archivos de sus nuevos programas, la cual hago extensiva ahora a todos ustedes: http://www.rockandroll.com.mx/programas/olallo/ (es gratis).

b) En la edición digital de El País de hoy están dando el nuevo video de Joaquín Sabina. Este español fue el héroe de muchos durante nuestra recién pasada juventud en éxtasis. Sus canciones nos dieron motivo para tener sed y para perder el pudor al cantar a todo pulmón aún antes de que se instalaran con furia los karaokes en el país (tal y como me di cuenta el sábado pasado). Claro, también fue muy útil en los avatares del ligue con las chicas (no faltaron tipos que escribían las canciones del de Úbeda y luego las firmaban como si fuesen propias). Después, entre tanta ranchera y cumbia que metió en sus discos fue perdiendo algunos adeptos (como yo, por ejemplo). Sin embargo, como dice el viejo adagio: el Sabina es el Sabina. Así que aún rifa, electriza y fascina. Ir a
http://www.elpais.es/

c) Hace unos días la familia presidencial municipal compuesta por V. Fox y M. Sahagún dio una muestra más de su proverbial provincianismo y analfabetismo funcional. ¿La razón? La supuesta "primera dama" del país le cambió el nombre y el sexo a un escritor de eso que todos, todos saben quién es porque ha escrito algunas máximas y textos que te endilgan desde chaval en el colegio: Rabindranath Tagore. El caso es que la duquesa de Zamora, candidata perdedora a la alcaldía de Celaya, dijo Rabina Grand Tagora. Wow. Entonces, como se ve que la diversión nunca termina con estos dos rancheros enamorados, Rafael Tonatiuh, de nuevo nos ilumina y nos muestra en el QRR de Milenio Diario por dónde podrían venir más comentarios jocosos de nuestros amadísimos gobernantes en lo que a nombrar y renombrar escritores famosos se refiere. Por su alto valor cívico y moral (otra vez), aquí reproduzco la lista de posibles nuevos personajes literarios. Salve.

Gael García Márquez, autor de Y tu mamá grande también.
Salman Hyeck, autora de Fridas satánicas.
Augusto Montebrozo, responsable de Y cuando desperté, Bejarano seguía ahí.
El Manco de Lapuente, autor de Don Quijote de la cancha.
Mario Navidetti, autor de La tregua navideña.
Octavio Bar, creador de El laberinto de la sobriedad.
Carlos Fuentes de Ingresos, por La declaración más transparente.
Pablo Piernudas, inventor de Veinte poemas de amor y una canción para encueradas.
Mariachi Vargas Llosa, responsable de Mi ciudad es chinampa y los perros.
Juan José Carreola, por La feria de Cepillín.
Fernando Chupater, autor de Ética pa' mamá Dolores.
Juan Chilorio, por El testimolito.
Carlos Cuauhtémoc Cárdenas, creador de Senectud en éxtasis.
Juan Ruiz Rulfo, autor de María Victoria en llamas.
William Chespirito, inventor de La Chilindrina domada.
Charles Polenvski, por Escritos de una vieja indecente.
Olga Wall Mart, escritora de La jefa de la carnisalchichonería.
Sor Juana Anís pa' la Cruz, autora de Hombres ebrios que ligáis a la mujer bajo alcohol.


¡Oh, sí!


Y para terminar, una entrevista al maestro Sabina a manera de homenaje a este gachupín que nos ha hecho berrear y delirar con sus rolas etílicas (aunque peligrosas para las mujeres ebrias).

Aguante.


JOAQUÍN SABINA
ENTREVISTA


Después de la nube negra

Cantautor por excelencia, Joaquín Sabina, andaluz del 1949, es otro hombre. Ha vuelto a la charla, la risa y los conciertos. En su nuevo disco, ‘Alivio de luto’, retrata lo que sintió cuando, tras el infarto cerebral que sufrió en 2001, la depresión, esa “nube negra”, le dejara dos años hundido.

JUAN CRUZ
EL PAIS SEMANAL - 18-09-2005


Joaquín Sabina está pletórico. Mientras cuenta su euforia suena en su casa de la calle de Relatores, en Madrid, su disco más reciente, el que sale ahora a la venta. Aún es una copia provisional que circula como oro en paño para evitar a los piratas. En la realidad, su voz suena entre la ironía y la melancolía que convirtieron sus canciones en un autorretrato y también en un retrato generacional; se burla de todo, se ríe, está feliz de sus hallazgos, de ver a la gente, de convocarla, de tratar de hacer que sea alegre todo lo que toca. Ha recuperado el buen humor adolescente con el que conquistó, desde chico, amigos y amigas, con el que viajó en largas giras cuyas noches no terminaban nunca.

Ese es otra vez Sabina, el muchacho de Úbeda que se hizo de Madrid y de todas partes. Pero aquí, en este disco, Alivio de luto, la voz de Sabina suena como si la madrugada de la que tanto habla en sus versos nos hubiera dado a todos un zarpazo, y a él el primero. Como si aquella noche de la que hablaba el poeta argentino (“Se me está haciendo la noche en la mitad de la tarde”) no fuera una metáfora, sino que estuviera aún en la punta de sus dedos, mientras canta.

Él no lo nota, porque ya lo ha contado, y porque además ya lo sufrió, lo contó y casi lo ha olvidado; pero este disco es como la crónica de un hombre que estuvo a punto de ahogarse; de hecho estuvo ahogado en este mismo piso, rodeado de recuerdos, de música y de libros, pero encerrado como si le hubiera caído encima una tonelada de tristeza. Esa depresión que siguió al accidente cerebral le duró dos años al menos, y le afectó a todas las horas del día. Nosotros estuvimos con él una vez, en este mismo sitio, mientras le duró esa batida de la tristeza, y notamos en directo la naturaleza de ese zarpazo.

En aquella ocasión, para una entrevista que publicó EPS, Sabina se sentó a la misma hora y ante esta misma mesa redonda, en la penumbra contigua a su cocina, se puso un whisky de dos pisos y nos escrutó como si fuéramos extraterrestres que estuviéramos invadiendo su estanque dorado, aunque el estanque entonces fuera una ciénaga. Respondió las preguntas como si devolviera zarpazos geniales que parecían navajas de silencio, y cuando nos fuimos parecía evidente que su soledad volvía a respirar por los ojos. Ahora Sabina es otro. Se sentó a nuestro lado, jugueteó con un whisky igual, pero no paró de reírse, de inquirir por lo que sucedía en la calle y en la gente que quiere; se aprestó a cenar hasta la madrugada con quienes le convocaran “y fueran buenas personas”, y habló hasta por los codos de lo que le preguntábamos y de lo que saliera al paso. Como si se hubiera recuperado para lo que antes fue su manera de beber y de vivir la vida, Sabina es otro hombre, y este disco, Alivio de luto, retrata en parte lo que pasó antes de que recuperara el ingenio de la alegría.

Nosotros le propusimos que hablara de algunas de sus canciones recientes, la mayor parte de las cuales están en el disco, y de algunas que no están en el disco pero que forman parte ahora de su autobiografía de cantante que ha disimulado con el ritmo (mexicano, argentino, cheli, español) la presencia de una voluntad de autorretratar la vida mientras se va. Así pues, más que una conversación, lo que sigue es un balance de Sabina en función de algunas de las canciones que ha hecho después de la visita inolvidable de la nube negra… Nube negra es, digámoslo antes de tiempo, un símbolo de este disco que ahora sale; su historia incluye todos los ingredientes de la vida de Sabina: la amistad (el texto se lo escribió su amigo Luis García Montero para convencerle de que volviera a coger la guitarra), la presencia reiterada de las noticias de la muerte, los sueños vacíos, la luz cansada, “cuando el amanecer es otra noche helada”…

Pero empezamos a hablar por el principio, usando para la charla, como pretexto, sus canciones. Y ésta con la que comenzamos es una peculiar historia de amor.

‘Pájaros de Portugal’. (Habla de la libertad y de la pobreza y de la mala combinación que se da entre esos dos conceptos).

Las canciones no hay por qué explicarlas, pero sí me gustaría contar ésta porque tiene una anécdota muy concreta. No sé si recuerdas que hace ocho o diez años se escaparon de sus casas de Tarragona dos chavales de 14 o 15 años. El país estuvo aterrorizado esos días porque se creía que los habían matado, que los habían violado, cualquier cosa. Y nada de eso había sucedido: querían ver el mar, y cuando vieron que era peor que en la tele llamaron a sus padres acojonados. Volvieron, vírgenes, supongo, acojonados… Sí, a veces las canciones nacen de las noticias, pero hay que rumiarlas. Eso pasó hace ocho años, y cuando leí la noticia pensé: Aquí hay una canción. Pero la canción misma viene ocho años después, cuando ya se ha medio olvidado…

¿Y usted lee la prensa con esos ojos, por si le trae canciones?

Yo leo la prensa porque me interesa y porque soy periodicoadicto. Pero, sí, muchas veces vienen ahí las canciones, sobre todo en las páginas de sucesos, que es donde vienen las mejores historias. Porque igual que en poesía hay que cogérsela con papel de fumar, en las canciones hay que cogérsela: con un punto de cursilería, un punto de horterez y todo lo que se pueda de demagogia…

¿Y eso es porque hay que llegar al número más grande posible de personas?

Porque es un género para cantar y para enamorarse y para llorar. No es un género para paladear exquisitamente con la cabeza, porque va por las venas, por el corazón…, tiene que ver con todos los momentos repugnantemente sentimentales de uno. Para eso son las canciones.

¿Usted se imagina la canción cantada al mismo tiempo que escrita?

Yo antes no sabía de eso, pero ahora sí. En estos dos años que he estado retirado de los escenarios he estado escribiendo sonetos, e incluso escribiendo versos en revistas de actualidad, y me he dado cuenta de que las canciones no son sonetos, y no son poemas; si no nacen con la música puesta, no nacen. Ahora tengo claro, desde el primer verso, qué cosa es una canción y qué cosa no será jamás una canción.

‘Pie de guerra’. (Sobre los desastres, o las estupideces de la guerra).

Nace de una canción de Leonard Cohen que dura un minuto. La mía dura más de cuatro. Me parecía que él no había desarrollado lo suficiente esa cosa espantosa que está pasando ahora mismo y que se ve todos los días en la prensa, ese guerracivilismo que se vive aquí, en Londres, en Pakistán, un horror que aquí yo mezclo de un modo caótico. No sólo están en guerra los países o las civilizaciones, sino el cuerpo y el alma, el hombre contra sí mismo, el hombre contra la mujer, y viceversa, el pelo, las uñas. Una guerra total…

¿Usted percibe que estamos en un momento de desintegración?

Yo creo que los del pensamiento único, primero, eran unos hijos de puta y, luego, no tenían previsto nada. Y nos han llevado a este horror, que se parece un pelín al Apocalipsis. Uno lee en el periódico que si todos los chinos tuvieran papel higiénico no habría árboles en el mundo. ¿Y cómo es que no hemos previsto esto?

¿Y esta canción en concreto, cómo nació?

Decía Cohen: “Hay una guerra entre negro y blanco / entre hombre y mujer”. Y eso ya te dispara para decir todo lo que quieras decir… Él es mucho más contenido que yo.

Le pasa con escritores, poetas y músicos, que usted quiere prolongar lo que escriben o cantan…

Sí, me pasa mucho, pero la mayoría de las veces te das cuenta inmediatamente que estaban mejor como estaban antes. En este disco, por ejemplo, hay una canción que se llama Mater España y que parte de una conversación que teníamos en casa con Víctor Manuel acerca de un cantante italiano, De Gregorio. “Fíjate”, decía Víctor, “este cabrón canta una canción que se llama Viva Italia y no pasa nada… ¡Si aquí hiciéramos una que diga Viva España, ¡la que se armaría!”. Y entonces me empeñé y le dije: ¡cómo que no! Así que hice Mater España. Pero, claro, cada vez que le echo un piropo luego me siento obligado a insultarla.

Pero es un canto de amor a España, en toda su extensión…

A una España republicana, ilustrada… Y hay unos versos que relacionan a España con “fibra óptica y ladillas”; ahí andamos, más en las ladillas que en la fibra…

“Madrastra España / a la hora de la siesta, / la puta que se enamora, / la fruta que se indigesta…”.

Pero ahí puta no es peyorativo. Recuerdo una cosa que me decía mi maestro Georges Brassens: que cada vez que cantaba mierda asomaba una flor por detrás. En el disco hay una canción a mi hija Rocío: le digo hija de puta. No creas que es tan fácil, pero ahí está, una canción de amor…

‘Ay Rocío’. (Una canción de amor. Dueto con Olga Román).

Soy tan mayor que las dos únicas canciones de amor que he hecho en los últimos años son a mis hijas, una es Ay Carmela, y otra es ésta, Ay Rocío.

Tan mayor, 56 años… ¿Cuándo usted compone qué edad tiene?

Cien años o ninguno. Es decir, uno se sitúa en un terreno imposible, y la canción es un género indefinido que alguien que no fui yo quiso explicar algo que me parece clave, clarísimo: una canción es una buena letra, una buena música, una buena interpretación, y algo más que nadie sabe lo que es y que es lo único que importa…

En las canciones de las que hemos hablado parece que usted se dedica a narrar la vida de otros, más que la propia. En ‘Resumiendo’ ya se sitúa en primera persona. Ya habla de giras y conciertos, imagina sus sensaciones al subirse ahí, frente a la gente…

Un poeta puede ser hermético, o puede ser Valente o Mallarmé. Pero un cantante no. Un cantante tiene que cantar su vida y cantar la de los demás; si no, no hay manera de llorar, de follar con las canciones.

¿Cómo surge ‘Resumiendo’?

Es una canción de amistad dedicada a personas de las cuales sólo dos están expresas. Pensé en José María Cámara, que aunque es mi señorito es mi amigo; en Fernando García Tola, en Panchito Varona, en Javier Krahe. Recuerdo la bajada a la cueva de La Mandrágora [un local nocturno de los años ochenta]… La escribí pensando en ese tipo de fraternidad no perdida pero sí añorada. Yo estoy a favor de la memoria pero contra la nostalgia. Pero he de decir que el género de la canción de la nostalgia es muy bienvenido…, lo que pudo ser y no fue.

¿Cómo ve ahora aquel tiempo y aquella gente que cita?

Javier Krahe está exactamente igual. Como ya era un viejecito hace veinte años, pues sigue siendo un viejecito estupendo. Fernando Garcia Tola está muerto, murió de un cáncer tremebundo. A Tola lo echo mucho de menos cada vez que pongo la televisión, porque el tipo, en unos años infinitamente más difíciles, y sin medios, inventaba un esquema nuevo y un programa nuevo cada día. Disparatadamente o excesivamente, yo creo que harían falta unos cuantos Tola, aunque ahora me alegro mucho de Buenafuente. Blasfemé tanto en nuestra conversación anterior de Crónicas marcianas y de esas cosas, que la gente pensó que yo pedía un programa de intelectuales. Y no, para nada. Lo de Buenafuente es un humor inteligente y es espectáculo.

En esa canción hemos subrayado dos expresiones suyas, “Calumnia española” y “Crecimos con más dudas”…

Ah, la calumnia. En cuanto a lo de crecer, con 20 años uno puede ser entusiasta, fanático y sectario. Pero si lo sigues siendo a los 56 es que eres un imbécil y no has aprendido nada…

¿Cómo va de dudas?

Bien, gracias. Crezco todos los días. Me pongo en el lugar del contrario, hasta en el lugar del enemigo, que es método socrático que no está mal. No conduce a ningún sitio, sino a tener más dudas. Cada vez que digo algo en lo que creo que estoy cargado de razón, pienso en el argumento contrario. El sistema de los colegios británicos que obligan a los chicos a defender una cosa y la contraria me divierte mucho como método para dialogar con myself…

¿Qué desata más sus dudas?

Hay varias cosas. Pero lo que más me inquieta es esa polémica entre la alianza de civilizaciones y leña al moro…, porque Oriana Fallaci tiene razón y Zapatero también. Es verdad que se han hecho tan mal las cosas que por algún lado tenían que salir. Pero, ¿cómo se arregla? No tengo ni puta idea…

¿Y esa expresión, “calumnia española”, que parece una redundancia?

Se decía que la envidia era el pecado nacional. Pero luego viajas por el mundo, y ves que todas las naciones se apropian de ese pecado, que sucesivamente es el de Argentina, México, Chile… Lo que aquí hay de modo exacerbado es la facilidad de llegar a la calumnia directamente sin necesidad de aportar pruebas y sin que nadie te denuncie.

¿Cómo se ha llegado a eso?

Eso parecía que se había curado: en la época de la Transición se le pusieron paños calientes, y los cadáveres han vuelto a salir de los armarios…

En ‘Dicen que dicen’ usted se ríe de sí mismo y de lo que dicen de usted. Cuando a uno le toca la calumnia, ¿cómo se le queda el ánimo?

Pues si te compras La Fiera Literaria de este mes [de julio], hay una columna donde me dicen de todo porque he cenado con los Príncipes, porque he hecho un pregón en el balcón de la Casa de la Villa, al lado de Gallardón. Pues me quedo estupefacto… Con quién ceno, y además en esta casa, no en ningún palacio, es cosa mía, y los que me reprochan que hable desde el balcón del Ayuntamiento ignoran el abc de la ciudadanía, porque la Casa de la Villa es nuestra y no de Gallardón, aunque también sea del alcalde, faltaría más.

Y, además, mucho ha hecho usted por Madrid…

Más hizo Agustín Lara, que escribió un chotis maravilloso y nunca había estado en Madrid.

¿Qué significa para usted esta ciudad?

Significa muchísimo. Antes viví en Úbeda, y me sentía fuera de, luego en Granada y también quería largarme, luego viví en Londres y quería volver, y cuando llegué a la estación de Atocha, y aunque parezca el peor de los tópicos, me sentí en casa inmediatamente. Como todo el que llega a Madrid. A mí me gusta Madrid porque no son imaginables los madrileños cantando un himno detrás de la bandera. Permiten la doble nacionalidad como ninguna otra ciudad del mundo que no sea Nueva York. No te obligan a dejar de ser canario o andaluz para poder ser madrileño…

¿Y esa relación con los Príncipes cómo ha surgido?

Pues, según creo, Letizia quería conocerme y me invitaron unos amigos suyos, a los que yo llamo los desastrones, que son Simoneta Gómez Acebo y José Miguel Castrón, que es un gran músico. Me invitaron tres o cuatro veces, y entonces llamó Simoneta y me dijo que si no iba me mandaría la Guardia Civil, y ante esos argumentos me rendí. Pero puse como condición que vinieran a mi casa, a este piso de Tirso de Molina. Traje a Serrat, a Víctor Manuel y a Ana Belén. Nos pusimos a hacer música, el Príncipe tocó el cajón y yo sigo siendo republicano.

¿Hablaron de eso?

Sí, estuvo mirando por ahí y vio que había una bandera republicana. Está muy relajado, le ha venido muy bien la Leti… Ella es estupenda.

Usted es muy atrevido en el léxico. “E Mail parricida, mentiras ripiosas…”. Usted incorpora mucho de lo que oye. No hay mucha gente que se atreva a tanto con el lenguaje cantado.

Como yo no tenía una gran voz ni era un excelente guitarrista, a los veinte años decidí que lo que podía aportar a la canción eran cientos de palabras, como los académicos que acaban de llegar a la Academia y quieren llevar hasta allí sus vocablos. Un día, en un hospital, oí una canción de Juan Luis Guerra, y dije: qué cabrón, cómo puede decir catéter y bilirrubina en una canción…

‘Paisanaje’. (Un guiño a la telebasura, al caso Lydia Lozano y Albano. E introduce una palabra, albanokosovar…).

Me venía al pelo lo de albanokosovar para hablar de lo de Lydia Lozano. La cosa de la telebasura. Lo peor de todo esto es que unos indocumentados se erigen en tribunal de honor y de moral, y llegan a alguien y lo insultan… Me parece mentira que esto esté siendo escuchado por un país que no se cabrea. Y hay ahí un chantaje que a mí sí que me cabrea: si dices algo en contra es que no tienes sentido del humor, que eres un puritano… En fin, éstas son las canciones que hago para ahorrarme el diván del psiquiatra. Como si me mirara al espejo para insultarme.

¿Y qué le dice ahora el espejo?

Me pillas en un día bueno. Hace año y medio [cuando la entrevista anterior], estaba en medio de una depresión. Pero hace cuatro meses me levanté una mañana y me apetecía salir a tomar una pizza, me apetecía escribir una canción, visitar a los amigos…, y ese estado de alegría me dura hasta hoy. Voy a hacer una gira, he hecho un disco. No me preguntes cuál es la razón. Me ha durado dos años. Me pasé semanas en que no salía ni al pasillo, venían amigos queridísimos a los que me negaba a ver, si tenía una entrevista vomitaba por las mañanas y sudaba frío, eso se cuenta en Nube negra. Estaba en un agujero sin sentido, pues cuando tuve el ictus me recuperé perfectamente, sin secuela física alguna. Sin embargo, a los tres o cuatro meses después entré en este agujero negro. Un neurólogo me dijo que esto era normal, pero yo no encuentro normal estar dos años en un agujero negro. Y ahora estoy con una euforia y un entusiasmo: me gusta beber, besar, andar, cantar… Y, al mismo tiempo, sigue el miedo en el cuerpo: ¿y si vuelve?

¿De eso nació este disco?

De esa actitud, sí, este disco es la crónica de todo eso. Dos años. Y ahora lo oigo y me parece que es de una desesperanza brutal. Pero es lo que había…

‘Nube negra’. (La crónica de un tiempo maldito. Como la daga en la herida. “Cuando juego mi suerte al verso que no escribo, / cuando sólo recibo noticias de la muerte… / Al otro lado de los apagones, / al otro lado de la luna en quiebra, / allá donde se escriben las canciones / con humo blanco de la nube negra… ”).

Te voy a contar algo. Yo voy los veranos a Rota, con los que yo llamo los poetas líricos: Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero… Y mis amigos estaban preocupados conmigo porque no escribía. Y un día me vino Luis con esa letra, Nube negra… Yo le había hablado de la nube negra, y al día siguiente se presentó para animarme a que me pusiera a escribir. Y sacó un papel del bolsillo: “Mira, lo he escrito como si fuera tú”. Le había cambiado las palabras, pero estaba contando exactamente lo que me estaba pasando a mí en ese momento… Y a mí esa canción, ese gesto suyo, contándome de manera tan amistosa su solidaridad con mi estado de ánimo, me levantó mucho el ánimo, me hizo pensar en componer de nuevo. Me vino muy bien el empujón de Luisito… Claro que tenía que cantársela esa misma noche. Cogí la guitarra y salió así. Como todas las buenas letras, llevaba la música puesta.

“Cuando despierto y voto por el miedo de hoy, / cuando soy lo que soy en un espejo roto…”. ¿Qué emoción le dio leerla?

Se te caen las bragas. Llega un amigo, toca a la puerta, te dice: “Mira, como no escribes canciones, he escrito una canción tuya”…

¿Están recogidas las piezas de ese espejo roto?

Creo que sí. Llevo cuatro meses resucitando. Tampoco me lo quiero creer demasiado no vaya a ser que haya recaídas. La impresión que tengo es que me muero de ganas de subirme a los escenarios y de ver a los amigos.

¿Hay algo que ya no va a volver a hacer en los escenarios?

No daré saltos, no me disfrazaré de más joven. Huiré de la demagogia escénica, es decir, del mesianismo, “¡venga esas palmas!”.

Resumiendo, ¿de estas canciones qué autorretrato sale?

Las canciones están cojas mientras no las oye el otro. El retrato lo hará quien las oiga. Yo creo que son una crónica más o menos decente de lo que ha pasado mientras he estado fuera de los escenarios. Hace cuatro meses que me ocurren cosas más vivas, más cotidianas, menos literarias, más canciones… ¿Y qué canciones son mis preferidas? Tengo el corazón dividido entre Ay Rocío y Pájaros de Portugal…

‘Alivio de luto’, editado por Sony BMG, se pone a la venta el 20 de septiembre.

martes, diciembre 13, 2005

Las seis del martes

1.- Tanto se ha dicho de que a México le ha tocado un grupo fácil en el Mundial (la república islamista de Irán, con todo y sus ayatolas que duermen acompañados de ojivas nucleares, los ex comunistas de Angola, alguna vez casi casi entenados de Cuba, y los latinoamericanos europeos de Portugal, con todo y su Teresa Salgueiro y su fado), que hoy, a poco menos de un año de la competición, auguro que todo va a ir a peor con los nuestros. Ese exceso de confianza me hace pensar que no pasaremos ni la primera ronda y que se cumplirá el viejo adagio que rige la vida de los lavolpistas: jugar bonito, pero no ganar nada (y más si pensamos que al frente de la expedición va el maestro de toda esa corriente).

2.- Indignante que los medios electrónicos --entiéndase la televisión-- no hablen o no aborden a profundidad el tema de la Ley de Radio y Televisión que se pretende aprobar en el Congreso. De por sí es hilarante el uso político y discrecional que TV Azteca hace de su señal para irse a la yugular de determinados personajes que no le son afines (recuérdese, por ejemplo, Banamex, Samuel del Villar, el diputado Madero, entre otros). La actitud que han mostrado en estos días sólo hace prever que seguiremos viendo puras heces por la pantalla naconal ad infinitum.

3.- Lo que más gusto me daría por estos días es que Pumas vaya y le gane y le cierre el hocico chimuelo a todos esos argentinos engreídos y sus secuaces sudacas que hacen de la Conmebol y sus reglas un festín de la mafia. Digo, para que a los habitantes del país de las transas (conocidas por allá como "mexicanadas") nos chamaqueen (Green Boy dixit), es porque por esos lares sí están más gruexos en ese sentido. ¡A por todas Pumas! ¡Orgullo Azul y Oro!

4.- Interesante será cruzar predicciones para conocer al primer candidato presidencial que romperá la tregua del súper fuerte y temible IFE. Lo único que se puede augurar es que, a la primera salida del corral, se vendrá toda una oleada de esta clase de actos. Uf.

5.- Cinemex ha decidido que hoy martes 13 de diciembre no dará funciones después de las 18.00. ¿Alguien sabe por qué? ¿Serán supersticiosos respecto al día? Joder...

6.- Los días vuelan y el año se va, se va, se va, se va, se va, se va, se va, se va... Vaya año éste.

El largo brazo del Estado


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lunes, diciembre 12, 2005

Ta2s

Incorporo a mi colega Tuss a la lista de oficinas alternas de este su blog de confianza.

Aguante.

jueves, diciembre 08, 2005

El parlamento (II)


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El parlamento


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miércoles, diciembre 07, 2005

Hacia un país de (e)lectores

Siempre he desconfiado de la gente que te dice a la menor provocación, "me súper fascina leer". Le creo más al compañero artesano de la construcción que en el subterráneo devora puntualmente su ejemplar del Sensacional de Lavaderos sin andar gritándole al mundo que tiempo quisiera pedirle al Señor para seguir leyendo, que al culturoso bluffero que me presume cómo se la pasa compre y compre y lee y lee libros a todas horas (aunque nunca vaya más allá de la cuarta de forros). Patrañas.

Aquí hay algo al respecto...


¿Qué se lee en México?

Este amplio reportaje sobre la salud del mercado editorial mexicano echa abajo el mito de que en México no se lee. Tras entrevistar a editores y libreros, y verificar cifras de ventas, Magali Tercero arroja algunos datos espeluznantes: los mexicanos sí leen y mucho, pero lo que leen está muy lejos de la literatura. ¿Cómo se configura la cultura en un país que vende anualmente 41.6 millones de ejemplares de El libro vaquero, mientras que el 60 % del tiraje de autores como Rubem Fonseca tiene como destino la guillotina?

Por Magali Tercero
El Universal

I. Los agostos triturados de Fonseca

El agitado joven apiló siete agostos de Rubem Fonseca y colocó encima un letrero: “Sólo 25 pesos”. Luego se dirigió a otro librero de la feria anual del camellón de Nuevo León: “Estaban triturando 2 mil volúmenes de Cal y arena allá por Iztacalco. Logré salvar 30 títulos”. Recordando un cartel en la mesa de ofertas de la librería Teorema, “si no los compras nunca los quisiste leer”, adquirí un ejemplar preguntándome por qué las editoriales no regalan sus excedentes a las bibliotecas. Varias semanas después un avezado librero, Agustín Jiménez, de La Torre de Lulio, explicó en entrevista la causa de conducta tan extraña: 1) las bibliotecas gubernamentales no pueden recibir regalos porque tienen qué justificarlos; 2) tampoco compran libros porque no hay dinero; 3) los editores pagan hasta 30 mil pesos mensuales por la renta de bodegas; 4) sale más barato tirar a la basura los libros que no fueron rematados y 5) por ley un editor tiene un plazo determinado para mandar a reciclaje lo que no vendió.

“Si editas cinco mil fonsecas —agregó Jiménez—, nunca llegarás a tener más de mil lectores. ¿Qué vas a hacer con los cuatro mil libros sobrantes? Puedes embodegarlos pero cuesta mucho. Puedes rebajar el precio pero nadie los va a comprar porque ya te acabaste los lectores para ese autor. ¿Qué biblioteca te va a pedir novelas de Rubem Fonseca para niños de primero de secundaria? Yo he ido al Colegio de México y he visto intonsos los volúmenes históricos de Francisco Gines Ríos y Francisco Moreno Villa porque nunca fueron solicitados. ¡Y es el Colmex! Los grandes editores esperan recuperar algún día lo que sigue de los primeros 500 ejemplares, no más. ¿Qué hacer entonces? Lo sano es dar dos años a cada libro. Si en ese plazo no vendiste, lo mejor es reciclar. De otra manera le estás metiendo dinero bueno al dinero malo”, termina Agustín al tiempo que muestra una parte de la biblioteca de una escritora mexicana que vive fuera y se ha deshecho de unos mil títulos por cinco mil pesos. Nuestro librero cuenta que primero volaron los diccionarios y luego un montonal de novelas, más esos libros autografiados con los que todo autor, según escribe Gabriel Zaid, pone en aprietos a sus amigos: los demasiados libros que siempre menciona este ensayista en recuerdo de un poeta árabe del siglo XIV.

¿Dije diccionarios? En la red puede leerse esta nota de la Asociación Nacional de Libreros: “Cada época trae sus nichos editoriales y es importante identificarlos. Los diccionarios son el nuevo nicho. Si bien en España y en América Latina no se tienen datos confiables sobre su venta, es visible que el 2004 fue su año. Casi todos fueron editados en España con excepción de la reedición del Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Los diccionarios han ganado un espacio en los hábitos de compra que no deja de llamar la atención”. También forman parte de la economía editorial la venta a domicilio de enciclopedias y biblias, además de los libros de texto no oficiales, las lujosas ediciones de arte obsequiadas por los bancos o la venta de fascículos en puestos de periódicos. Semejante diversificación indica que nuestra industria editorial exige olvidar romanticismos y tratar al libro como un objeto a vender desde un alto nivel de profesionalismo. “Si los mexicanos no somos capaces de fundar y dirigir editoriales importantes van a serlo los argentinos, los alemanes o los italianos, pues el mundo globalizado ya está aquí”, afirma Braulio Peralta, director en México de Random House Mondadori. El pez grande se come al chico, para decirlo brevemente. Y, como dice Antonio Navalón, el hombre clave de Santillana, Alfaguara, Taurus y Aguilar, “el desafío está en hacer un negocio haciendo al mismo tiempo país porque es una aberración que esta civilización mexicana la queramos gobernar desde el DF y esté concentrado el consumo de los libros en más de 70 por ciento en la capital”.

¿Los demasiados libros? De acuerdo con Ricardo Nudelman, gerente general del Fondo de Cultura Económica, “más de 100 mil títulos nuevos y reimpresiones se lanzan cada año al mercado de habla castellana. Unos 15 mil se producen en México, pero la cantidad de puntos de venta no creció como la oferta y las librerías profesionales no satisfacen las necesidades del lector moderno, contribuyendo muy poco a la promoción de la lectura”. ¿Cuantificar lo leído? Navalón, representante en México del Grupo Prisa, es tajante: “La lectura, como todo lo íntimo, como todo lo importante, no permite grandes cuantificaciones. Desde que Vasconcelos ocupa la Secretaría de Educación Pública la relación con el libro se convierte en un elemento fundamental de la política cultural. Las editoriales y el mundo cultural estamos haciendo algo suicida que es destruir las librerías”, confiesa el mismo que hará un año protagonizó un pequeño escándalo por promover con gran bombo una exposición de muy mediana calidad.

II. “El mexicano lee revistas llenas de monitos”

Pero regresemos a la feria de libros usados. Muy cerca del puesto de Cal y arena un hombre canoso está recomendando El Hallazgo a un estudiante colombiano que busca el texto de Jules Renard protagonizado por un niño con pelos de zanahoria. Es Lino Adolfo Lebrija y Dávila, de 68 años, quien supera por mucho los cuatro libros anuales recomendados por la UNESCO para “el sano desarrollo de la sociedad”. Miembro del Consejo de la Crónica desde hace un lustro, aprendió a ser lector con los llamados “libros de relación” escritos por los frailes dieguinos del ex Convento de Churubusco.

Frente a él hay un ejemplar de México: apuntes históricos, el libro de Rius ilustrado por Abel Quezada para los festejos olímpicos del 68. Le cuento que Luis González Obregón organizó en el Archivo General de la Nación la relación de libros que llegaron con la Nao de China. Los barcos venían cargados de libros de caballería, cientos de amadises que después prohibiría la Inquisición. ¿Qué lee el mexicano del siglo XXI? Lebrija y Dávila define: “Una serie de revistas de lectura rápida porque están llenas de monitos”. Detengámonos, pues, en las estadísticas. En 2001 El libro vaquero vendía 800 mil ejemplares semanales, cantidad asombrosa si se piensa que en 2000 circulaban a nivel nacional 800 revistas entre semanarios políticos, revistas femeninas y, desde luego, historietas vaqueras para ellos y novelas rosas para ellas. Hoy El libro vaquero vende 41.6 millones de ejemplares por año, casi 18 millones menos que en 1985. El libro policiaco alcanza los 28.6 millones, TVnovelas, 28 y TVnotas 21.8 millones.

¿Demasiadas lecturas poco nutritivas según el canon intelectual? No si se recuerda que hace 20 años El libro vaquero despachaba 63 millones de ejemplares anuales equivalentes a 600 mil por semana, es decir 21.4 millones menos que ahora. Media docena de voceadores encuestados atribuyen a la televisión y a Internet la disminución de lectores de este cómic apto como siempre para entretener incluso a los seis millones de analfabetas admitidos por las estadísticas de 2000, entre quienes cuatro millones pasan de los 50 años, según informó a confabulario el director del Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA), Ramón de la Peña.

Mientras tanto, las cifras de la UNESCO indican que el consumo anual de libros per cápita es de medio a un volumen completo. “¿Lo ves? En México sí hay lectores”, dice el escritor y editor Roberto Pliego, conocido por sus numeralias y autor de El libro inútil, el cual, por cierto, ya llegó a las librerías de usado. Pero Pliego, en otro tiempo lector de Kalimán y Rarotonga, habla en serio: “Aquí se busca la letra impresa donde no hay nada. No por eso somos malos lectores, sólo habría que poner a Conrad junto a las historietas y darles Henry Miller y Balzac a esos lectores de Metro que no han tenido un buen consejo. Somos buenos lectores de revistas y no desdeño ni el TVnotas, pues implica muchas horas nalga. Otra cosa muy difícil de calibrar son los 2.2 libros al año que supuestamente lee el mexicano. Esto aterra pero ojo: las estadísticas nunca incluyen al lector porque sólo contabilizan libros”.

Como vemos el mexicano lee aunque no precisamente a Martin Amis, cuyo Campos de Londres ha vendido, entre enero y octubre de 2005, dos ejemplares en la casa matriz de El Sótano. La editora Margarita Sologuren del consorcio editorial Planeta —mano derecha del director editorial Jesús Anaya, uno de los miembros del gremio que más ha escrito sobre el fenómeno de la lectura en México— afirma que cada libro tiene su nicho, “lo importante no es si se venden 2 mil o 150 mil ejemplares, sino que cada libro llegue a sus lectores naturales”. ¿Por qué un Canetti se queda en el último rincón?, pregunto a cuatro editores de la Alianza de Editores Mexicanos Independientes (AEMI). Alejandro Zenker, quien publica una colección dedicada al mundo editorial en Ediciones el Ermitaño, responde: “Es un fenómeno internacional. No es lo ‘bueno’ lo que vende más, sino lo que un complejo aparato mercadotécnico pone en mente de los potenciales lectores y coloca en los puntos de venta con todos los privilegios de un artículo de primera necesidad. Podríamos decir que tenemos el país de lectores que históricamente hemos creado. Tenemos que cambiar esa inercia”.

¿Atroz? Decida usted, lector. Los mexicanos leemos por año los ya mencionados 41.6 millones de libros vaqueros y libros sentimentales, pero aquí vivimos cien millones de personas. ¿Qué más se lee? En apariencia (Gandhi siempre tiene números atrasados) unos 30 mil lectores compran cada mes su ejemplar de Letras libres, según dijo el poeta Julio Trujillo a otro diario. “Es un mercado que no lee pero que también tiene una tradición loable de comprar prensa cultural. Si comparas los 30 mil ejemplares de Letras libres con los 250 mil del Magazine Littéraire no es nada, pero una revista cultural leyéndose, pasándose de mano en mano, es un índice muy saludable”.

¿Qué leen, descontando estas 30 mil revistas, los otros 49.4 millones? ¿El Perfume, de Patrick Suskind, con 300 mil volúmenes vendidos en 20 años? ¿La biografía de Karol Wojtila, con ventas de 40 mil? Jesús Anaya sostiene que los índices de lectura suelen ser falsos. “A la prensa le encanta cuando alguien asegura que cada habitante lee 2.3 libros por año. ¿De dónde sacan eso? Para empezar ni siquiera sabemos cuántos libros se producen”, afirma este editor que estuvo en la Cámara Nacional de la Industria Editorial en 1990. “Cuando trabajaba ahí como gerente de investigaciones yo respondía ‘no sabemos cuántos libros se produjeron’. Uno de France Press me dijo ‘no se me ponga difícil, en otros años siempre había un señor muy amable que decía: pues tanto’. Le respondí que era un mentiroso”, declara, enfático, Anaya.

III. La mano peluda y los grandes consorcios

Andrés Ramírez, editor literario en Planeta, comenta: “Hay un espectro bastante amplio, vendemos desde libros populares como Cañitas, de Carlos Trejo, con historias de fantasmas que lo han convertido en el preferido de los muchachos de secundaria, y La mano peluda de Juan Ramón Sáenz, relatos procedentes de un programa de terror transmitido con muchísimo éxito por Radio Fórmula. Es el Stepehn King de México sólo que con historias verídicas, con ventas de 80 mil ejemplares en su primera edición”. Desde luego las ventas de La mano… están relacionadas con el éxito en los medios, igual que sucede con Las crónicas de Narnia, una saga literariamente muy superior a Harry Potter y que, como este, ya es película. ¿Logró Harry Potter el milagro de que los niños mexicanos lean? Algunos entrevistados para este reportaje cree que sí, aunque Braulio Peralta lo consideró “un ejemplo claro de vacío”. Pero volvamos a Ramírez: “El mayor éxito editorial es El código Da Vinci, que en México lleva un millón de libros vendidos, un thriller psicológico y místico. El fenómeno tiene algo de milenarista y está muy de acuerdo con los tiempos”.

—¿Los libros comerciales sostienen la producción de otro tipo de literatura?

—Los clásicos mexicanos de la editorial como Ibarguengoita, Arreola, Garro, Fuentes, Paz, Paco Ignacio Taibo II y José Agustín (con 250 mil ejemplares de la Tragicomedia… vendidos en 15 años) lo hacen en tanto sus libros se estén reeditando y nos den margen para apostar por jóvenes como García, Xoconostle y Servín.

Digo a Ramírez que encontré en la recepción a un tipo muy nervioso, en sus postreros veintes, casi abrazado a un engargolado de color negro. Su tema era el primer samurai en la historia de México, su género la novela de aventuras y ésta su primera empresa literaria. Después me contaron que a la editorial llegan a diario tres o cuatro escritores noveles.

—¿Qué tan aplicados son ustedes para hacer estos dictámenes? Todos sabemos que conecte mata mediocridad…

—Conectes o no, en Planeta se lee todo lo que llega. Aún no encuentro esa joya que espera todo editor. Por desgracia el romanticismo mexicano que nos impide ver como negocio a la industria editorial nos hace pensar que con que tengas una historia interesante ya está. A veces sólo es cuestión de experiencia. En diez años ese escritor podría publicar una buena novela.

IV. El país de las no cifras

Roland Barthes pensaba que la lectura, necesariamente y por placer, tendría que conducir a la escritura. Sostenía también que algo falla que nos limitamos a recibir estímulos librescos, radiofónicos, televisivos y, agreguemos, electrónicos. Calificaba la lectura, amparado en un pasaje de En busca del tiempo perdido donde el protagonista se refugia en el excusado para leer, como un acto de intimidad teñido de connotaciones freudianas relacionadas con la fase anal. Es decir, proponía que en lugar de vivir procesos retentivos de la imaginación debemos devolver eso que sólo la lectura otorga a un ser humano. “Eso sería civilización”, dijo. Y Juan José Arreola repetía siempre que la cultura es una actitud ante la vida. A mi memoria acuden un montón de frases célebres mientras recuerdo a Jesús Anaya blandiendo un diario con este titular: “Atacará Feria del Zócalo el mito de que no se lee”. Entre divertido y desesperado pregunta: “¿Sabes qué van a hacer? Pues 600 actos que distraen, como presentar un libro académico sobre la agricultura y las vacas. Ya se llenó de actividades peor que Minería. Es una falta de respeto”.

—¿Cómo saber qué se lee en México?

—No ha habido una verdadera encuesta nacional y por tanto no se conoce cuáles libros se leen, cómo se leen, con qué frecuencia. La Caniem lleva años tratando de obtener una encuesta sobre lo que se produce y resulta que no se tiene la posibilidad de fijar una serie histórica porque los resultados nunca son equivalentes. Si acaso lo podría saber el sector privado. Aquí en Planeta yo lo sé, pero el gobierno, uno de los principales editores a través de estados y municipios, no tiene ninguna estadística, seguramente porque los libros están en las bodegas. Las secretarías producen muchísimo y después de la SEP y sus textos obligatorios, el INEGI es el principal editor gubernamental. ¡Pues tampoco hay números sobre eso! Las publicaciones universitarias son miles, pero una cosa es que se publique y otra que se distribuya y se piense que cada libro tiene un público real. Ahí está el primer problema.

¿Cómo tener un mapa? Antes de estar en la Cámara escribía sobre estos temas de manera independiente. También organicé la maestría de edición en la Universidad de Guadalajara y llevo tres años en el diplomado coordinado por la UNAM y la Caniem. Todos mis alumnos te pueden decir cuál es mi obsesión. Ya tengo aquí ocho años y yo sí trato de abrir los ojos a todos, decir que el rey está desnudo. Es un terreno muy espinoso porque no hay información. Cada editorial tiene sus datos celosamente guardados.

“¿Por qué tanto secreto?”, pregunto pensando en nuestra reserva tan española, tan mexicana y tan irritante. “Después de todas estas aproximaciones a la información creo que en los otros sectores debe haber el mismo problema. Pero somos muy audaces porque sí publicamos las estadísticas de producción y venta del narcotráfico. ¿Cómo le hacen para calcular? ¿Entrevistan a los narcos y preguntan cuánto produjo usted este año en Chihuahua y cuánto vendió en EU? Es ridículo, pero la ONU inventó los indicadores del bienestar. En la UNESCO se les ocurrió hacer algo similar para los libros pero… ¿cómo le haces si no tienes la información? No sólo la prensa presiona obligándote a decir cualquier cosa: los funcionarios repiten las mismas mentiras sin tener ningún fundamento. ¿Cuántas veces se habla de la biblioteca gigantesca mencionando cifras para justificar quién sabe qué? ¿Tú sabes cómo hacen las estadísticas de afluencia de las bibliotecas? Hay un torniquete, pasas, te registras y ya está. ¿Dónde quedan los niños que salen y entran cada diez minutos?”.

¿El caos? Sí señor, pero Anaya remata con una afirmación alentadora: “Aún así podemos asegurar que se lee mucho más de lo que creemos. Si no, ¿cómo entiendes que la piratería tenga tanto éxito? Aquí entra el tema de qué debemos leer. ¿Quién es el lindo que va a decirlo? Hay jóvenes que empiezan leyendo un libro de terror y terminan leyendo a Julio Verne y a Lovecraft. Los caminos para llegar a la lectura son infinitos y de ninguna manera podemos ser tan moralistas”. “¿Por qué tenemos que ser así?”, inquiero odiando nuestra solemnidad acomplejada de país colonial. “Porque la cultura es intocable. Lo que sí, tenemos muy pocos compradores para lo que necesita la industria. Te lo muestran nuestras deplorables librerías. Hay millones de mexicanos que no consideran que la librería sea algo tan importante como cualquier otro lugar de esparcimiento. El día que logremos librerías verdaderamente encantadoras cambiarán las cosas”.

V. Un pirata en cada hijo te dio

La calle de Donceles es nuestro foco pirata por excelencia. Según la Caniem, dos de cada diez libros son pirateados o reprografiados, sin impuestos, pagos de derechos de autor, ni ley en un supuesto Estado de Derecho. Al parecer los editores pirata suelen manejar unos 80 títulos. La silla del águila, por mencionar a Fuentes, estuvo a la venta tres días antes del lanzamiento. Hace un mes los libreros ambulantes de La Ciudadela condenaron acremente la piratería aunque esta reportera se mostró asombrada por sus libros nuevecitos a precio inmejorable. Uno de Eduardo Monteverde sobre la locura costaba, por ejemplo, sólo 50 pesos. Quince días después el volumen se presentó públicamente casi tres veces más caro. ¿Cómo no va a afectar esto a la industria editorial? Para Anaya la piratería es parte del crimen organizado. Planeta ya vio la versión pirata de Los suspirantes, de Jorge Zepeda, pirateada a la semana de haber salido. Sobre este fenómeno, Peralta asegura: “Estos conflictos no están bien tipificados por la ley y la sociedad es consumidora de piratería, toda una contradicción ética”. Agustín Jiménez conoció a una mujer apodada justamente La Pirata, que después de reproducir ilegalmente miles de libros para estudiantes de medicina se retiró y compró tres casas. “En realidad es muy fácil piratear”, explica Anaya. “Haces robo hormiga en las librerías, coges el negativo directo, con una calidad deficiente claro, y sólo escaneas la portada. Lo vendes a menos de la mitad de precio y qué te importa si faltan capítulos. Ellos hacen lo que el editor no se atrevió”. A su lado, Margarita Sologuren agrega muy seria: “¿Sabes que en el caso de Carlos Trejo la piratería vendió casi tanto como Planeta? La lista de piratas que tenemos sí refleja la demanda de la calle”.

VI. Mercado esotérico: ¿creación del lector?

Pirata o no, el libro actual se orienta cada vez más hacia los temas esotéricos entreverados con los consejos de superación personal. Hace poco vi en la librería del FCE —que estos días celebró sus cien millones de ejemplares con una reedición de El laberinto de la soledad— una mesa con libros españoles de la “alta esoteria”. Había un Evangelio gnóstico de Santo Tomás y otro texto secreto de Carl G. Jung, supuestamente escrito bajo dictado superior y firmado, al uso de la tradición mística, con el nombre de un maestro espiritual. “Piden muchos libros de sabiduría extraterrestre”, explica un librero ambulante de La Ciudadela que antes vendía novela histórica y ahora ha cambiado de giro con resultados espectaculares. No hay nada nuevo bajo el sol y menos este boom: ya en 1976 Mircea Eliade sostenía que ni siquiera él, historiador de las religiones, podía explicar la creciente demanda de obras de este tipo. De acuerdo con Héctor Pons, gerente de relaciones públicas de El Sótano, a México todo llega tarde y es una realidad que las ventas de la esoteria editorial se dispararon recientemente.

El propio Peralta, autor de El poeta en su tierra y Premio Testimonio Chihuahua 2005, precisa: “Nunca hemos llegado al 2% de lectores en México, de entre cien millones de mexicanos. La literatura no pasa por buen momento aunque nunca ha tenido buenos tiempos en ninguna parte y los medios también promueven lo que más vende, en detrimento de los libros literarios. En estas circunstancias se ha creado una industria a la que el mercado pide otra cosa: libros coyunturales, de autoayuda, novelas históricas, textos esotéricos, biografías. No son invenciones, son exigencias del mercado creado por lectores. Los hábitos de lectura no son responsabilidad de la industria. Ese ejercicio le compete al Estado y a la educación que tenemos en México. Como es sabido, el presidente Fox regaló a todos los miembros de su gabinete una edición especial a todo lujo, con hilos de oro, de ¿Quién se ha llevado mi queso? ¡Es un libro de autoayuda! Eso te da la dimensión de nuestro actual gobierno en materia educativa”.

Lo cierto es que en todos lados hay títulos dudosos. ¿Cómo puede orientarse un joven en formación ante una oferta tan heterogénea? ¿Quién le explica que es mejor leer a Marco Aurelio y a Séneca que a Coelho o a Osho?

En El Péndulo de la Condesa ya está el Libro de los milagros vendiéndose como pan caliente. También ocurre al revés: eminencias como William James son publicadas en ediciones baratas que Sanborn’s ubica en su sección esotérica por analizar la experiencia religiosa. Se rumora que Carlos Slim ya compró la Librería Gandhi, un lugar donde autores como Canetti y Sontag, cuyas ventas nunca pasan de dos mil anuales, quedan sepultados bajo la abundante oferta de texto escolar, libro semiserio de autoayuda, textos extrañamente híbridos como la autobiografía-ensayo de la filósofa Paulina López Portillo o historias familiares como la de Kitzia Nin Poniatowska.

¿Se están mezclando los antaño géneros serios con lo más superficial y mercadotécnico? Peralta piensa que sí. Dice que depende mucho de los dueños de librerías y de la calidad que buscan. “Los vendedores no han recibido un mínimo curso de organización de libros, los cual, dígase lo que se diga, lleva a vender menos. Lo que se contrajo es la producción del libro, no la expansión de distribuidores. Los libreros son, al igual que en la industria del cine, los que pueden llevar la mejor tajada. Eso todavía no alcanzan a dimensionarlo los medios de comunicación”.

Por otro lado, la gente está leyendo libros coyunturales o de análisis político. Por ejemplo, La familia presidencial, cuyas ventas alcanzaron más de 100 mil ejemplares entre enero y octubre pasados junto con Crónicas malditas de Olga Wornat. O La conspiración de la fortuna de Héctor Aguilar Camín, que va en 50 mil. Pero van al parejo con lo que Pons define como “el esoterismo que en los últimos cinco años ha crecido enormemente en sus variantes new age sobre reencarnación, numerología, orientalismo —que pegó en Europa en los 60 y ahora apenas viene llegando a México— junto con los temas que se ponen de moda para morir rápido como los ‘niños índigo y cristal’ con supuestas facultades parasicológicas que harán evolucionar a la humanidad”. Osho, el Dalai Lama y Paulo Coehlo son los best-sellers indiscutibles, informa Pons, con diez años de experiencia en la venta de libros, y agrega: “El mercado de niños está impresionante. Hace siete años teníamos un rincón con dos o tres cositas. Ahora existe la librería El Sótano Sólo para Niños con 10 mil títulos”. ¿Y la literatura femenina y los estudios de género que reflejan una sociedad cambiante? Tiene su nicho, si bien muy discreto. ¿Tanto esoterismo indica que andamos súper mal? “Sí —responde Pons—, aunque es positivo que exista la inquietud de mejorar”. Otro nicho, explica, es el de los títulos dirigidos a un mercado que no lee, tipo el El abc de la música clásica y Todo lo que hay que saber, ambos de Taurus, muy bien vendidos en su momento y un indicador de que la gente “también compra libros para tener buenos temas en las reuniones sociales”, comentario con el que Navalón no está de acuerdo: “Mientras más avanza el concepto de globalización más me preocupa encontrar los elementos que den los rasgos de personalidad de nuestros pueblos, el acervo de saber”.

Hace poco el escritor Julio Villanueva Chang, director de Etiqueta negra, revista peruana de crónica literaria con un éxito inusitado, dijo a un diario español que su objetivo “es hacer leer a la gente a la que no le gusta leer [pues] uno de los grandes problemas actuales es la sobreoferta de lectura, lo que hace que el público se paralice y al final no escoja nada ni lea nada”. En este tren de pensamientos citemos a Alberto Ruy Sánchez, director de Artes de México, una revista de alta divulgación con un público diverso. “Nuestro sistema se basa en no depender de best-sellers: si unos títulos se venden más al principio luego los alcanzan los demás. Nuestra editorial subsiste porque sí existe un grupo numeroso de gente interesada en contenidos de calidad. De los primeros treinta títulos de Artes de México ha habido un tiraje promedio de treinta y cinco mil ejemplares en varias tiradas. Lectores de varias clases sociales, distintas ciudades y diferentes medios culturales que se convierten en un mercado asiduo, listo para responder cuando se hace un esfuerzo mayúsculo por obtener alto nivel”.

VII. Los cien mil ejemplares de Playboy

—¿Es mal lector el mexicano?— pregunto a Mónica Maristáin, directora de Playboy México, que agota cada mes un tiraje de cien mil ejemplares, con un 16% de mujeres compradoras.

—Tampoco se lee tan poco. En el metro siempre ves un libro o una revista en manos de los usuarios. Las editoriales no se quieren hacer cargo pero México es el lugar donde más caro está el libro. Hace poco surtí una receta del traumatólogo, una pomada y un analgésico. Fueron 350 pesos, lo cual explica que muchos enfermos no se atiendan. El último libro de Amis cuesta 700 pesos. Por mucho menos me compro el Playboy, una revista cuyo concepto incluye la belleza femenina y un estilo de vida para hombres que saben quién es Ian McEwan y compran su ejemplar también por la última receta de martini o por las secciones de cine y de música. En México hay excelentes revistas que son un refugio de lectura: Gatopardo, Amor chilango, El huevo. En cambio los periódicos han renunciado a su labor educativa y a sus lectores.

—¿Fomenta la lectura la combinación de señoritas desnudas y artículos cultos?

—¡No! Ése es otro mito— ríe Maristáin, periodista argentina radicada en México.

VIII. Haciendo méritos académicos

“No hay lugar para colocar tantos libros”, reitera Nudelman. ¿Los demasiados libros causantes de daños según el poeta árabe? El coordinador editorial de una importante institución pública, quien prefirió mantener el anonimato, dijo a confabulario: “Gran parte de lo publicado por las instituciones académicas obedece a la necesidad de juntar puntos para el Sistema Nacional de Investigadores y otros organismos afines, de lo cual depende una parte significativa de los sueldos de todos”. El lector tiene seguramente su propia idea sobre el analfabetismo funcional. ¿Quién que lea suplementos no ha pertenecido en algún momento al grupo de los universitarios más interesados en escribir sus propios libros que en leer, como ha dicho Zaid?¿Las escasísimas librerías? Nudelman dice que no llegan a 400 en todo México. ¿Los numerosos analfabetas? No hace mucho el delegado michoacano del Instituto Nacional de Educación para los Adultos, INEA, informó que 2, 416 educandos concluyeron su alfabetización. Y estamos hablando de un solo estado de la República. ¿El alto costo del libro? Justo nuestro único auténtico best-seller internacional mexicano, Paco Ignacio Taibo II, con traducciones a todos los idiomas y 2 millones 200 mil ejemplares vendidos en México y fuera de él, declaró que el mexicano compra libros por costo, algo fácilmente comprobable en la Librería Umbral, donde se puede encontrar lo mejor y lo peor a precios muy bajos, y el público adquiere novelas del boom latinoamericano en 29 pesos o “long-best-sellers de autoayuda”—en su momento publicados por editores exigentes como André Schiffrin— como Cuando el amor es odio, libro de Susan Forward sobre la misoginia que no ha dejado de venderse desde los 80. Al respecto Ruy Sánchez advierte: “Aumentar 15 por ciento de IVA puede hacer que una editorial de alta calidad cierre al desplomarse el 50 % de los lectores espontáneos”.

IX. Entre la magnitud estadística y la intimidad lectora

Lo dice muy bien Jean-Francois Borrel —presidente de la Sociedad de Literatura Española del siglo XIX— cuando, al final de una conferencia sobre la impronta del lector decimonónico en los libros, intenta responderme qué lee el hombre contemporáneo: “Es difícil sistematizar, hay que cruzar las típicas encuestas y luego, en una perspectiva más antropológica, conversar con lectores para darse cuenta de cuáles son sus aspiraciones y cómo interpretan los textos. Es un juego un poco dialéctico entre la magnitud estadística y lo muy personal, muy íntimo que es el acto de lectura”. Borrel ha deleitado —es la palabra justa— a un pequeño auditorio con las huellas de lectura manuscritas en los márgenes de los libros antiguos procedentes de diversos poblados españoles. “Yo desde luego sólo le puedo contestar según mis observaciones. Por ejemplo, el espacio de la lectura actual es abierto. Leer fuera, en el Metro, no era en el siglo XIX una práctica corriente. Que los niños lean por su cuenta es un verdadero logro y en Francia, por ejemplo, tenemos dispositivos de lectura-placer dentro del mismo marco escolar. Mi esposa va cada semana a leer libros a cuatro o cinco niños pequeños. Ellos escogen el título y ella lee abriendo el libro ante su vista para que puedan captar el sentido, ver las imágenes y luego discutir, afirmar sus preferencias. Lo que quieren, ¿sabe usted?, son libros de amor”, cuenta el catedrático, bajando la voz sensiblemente. ¿Lo que hace falta es promover leyes que contribuyan al fomento de la lectura, como la que arrojó excelentes resultados en Francia y se ha convertido en un referente fundamental?

Precisamente durante la visita al Instituto Mora he encontrado en la biblioteca a un estudioso que insiste en la importancia de la lectura en voz alta para la creación de lectores. En el siglo XIX ésta era una práctica común en las salas de las casas, en las tertulias de las célebres librerías del centro, en los cafés… ¿Justo lo que buscaban los casi moribundos Libro Clubs nacidos durante la gubernatura defeña de Cuautémoc Cárdenas?

X. El Estado, el peor obstáculo para la lectura

¿Cuáles son los verdaderos obstáculos para crear un país de lectores? ¿Las librerías? ¿La educación y las bibliotecas? ¿El libro pirata? ¿Las políticas fiscales? Pablo Moya, director de la editorial independiente El Milagro señala al Estado como el problema principal con sus políticas culturales y educativas. “La ley fiscal per se es ya motivo suficiente para complicar y desalentar la edición de libros en México. Inventar membretes pasajeros como ‘hacia un país de lectores’, ‘la cultura en tus manos’ o ‘México a escena’ sólo maquilla u oculta su fracaso. Empezamos a editar cuando la situación era ya difícil y en estos 14 años sólo hemos visto cómo las cosas van empeorando año con año”. ¿Un mercado editorial deprimido? Desde la cárcel, a donde fue a dar luego de un operativo brutal por un incumplimiento de contrato, Fernando Valdés, director de Plaza y Valdés, hace números: “En los 60 y 70 había más de 1,300 editoriales, en la actualidad hay menos de 400. Teníamos más de cien librerías en el DF y ahora hay menos de 70 y un 60 por ciento son de viejo. Paseo de la Reforma tenía ocho librerías y ninguna ahora. Libreros como Polo Duarte, Raúl Guzmán, Félix Moreno Canalejas, Librería Capital y Manuel Antonio Navarrete, Manuel López Gallo, Mauricio Achar, se están yendo aunque todavía encontramos por ahí tres o cuatro librerías en extinción donde ahora podemos reunirnos los que añoramos las tertulias de Polo Duarte en Avenida Hidalgo”.

XI. La guillotina en clave morse

Unos días antes de poner punto final a este reportaje me topo con el escritor Federico Campbell, quien informa: “Alfaguara me guillotinó mil 700 ejemplares de Clave morse, mi novela publicada en 2000. Desconozco los datos legales que condicionan esta venta de libros por kilo para reciclaje del papel, quizá las editoriales estén evitando impuestos o liberando bodegas, pero estoy sin editor. Me dieron 20 ejemplares de la primera edición, que yo creía agotada, y me devolvieron mis derechos de autor. ¿Será que tiran más ejemplares de los que confiesan?”. Lo miro y no sé qué decir. Los demasiados datos sobre la lectura en México ya me tienen confundida. Desde agosto pasado el editor Fernando Valdés está en prisión y es tratado como ninguno de nuestros corruptos políticos. Para José María Espinasa, director de Ediciones Sin Nombre, este hecho estuvo precedido por diversos síntomas de descomposición no sólo social, sino en la relación del Estado con la lectura.

En el mundo de los demasiados libros no se viven tiempos propicios. Por ello vale la pena cerrar este texto con una reflexión de una sociedad pediátrica que desarrolla en Buenos Aires, otrora exquisito centro editorial de América Latina, un programa de lectura: “Los pediatras sabemos que el ser humano constituye su subjetividad a partir de lo simbólico y es el único ser capaz de crear cultura porque un universo de significados define su humanidad. En estos tiempos la revalorización de lo esencial cobra especial sentido. Leerle desde muy temprana edad y en voz alta a un niño es una de las acciones de mayor importancia, una contribución para disminuir la inequidad. La medicina conoce el rol del analfabetismo en la enfermedad y sabe que la nutrición integral incluye el afecto y la cultura”.

Tercero. Periodista. Coautora de Los mejores ensayos mexicanos y Premio Nacional de Crónica Urbana UACM 2005.